AFPs y el riesgo de expropiación
Hace pocas semanas, la decisión de prohibir los retiros y extender la obligación de aporte a “independientes” fue objeto de noticias y críticas. Pocos días después, se anunció la revocación de estos dos últimos puntos, junto con una octava(!!) autorización de retiros. ¿Qué nos enseña esto?
Los fondos de pensiones son muy vulnerables y están expuestos a la política, sea mercantilista o populista
Contrariamente a lo que nos quieren hacer pensar partes interesadas, el principal riesgo para nuestros ahorros no es nuestra propia (supuesta) irracionalidad, que nos llevaría a invertir mal nuestros ahorros, sino la política(!!). Nuestros ahorros están secuestrados por poderosos grupos de interés (dueños de bancos y simultáneamente de fondos de pensiones… y de la mitad del país), pero también sometidos a la voluntad de políticos impresentables, corruptos (o corruptibles) y poco preparados, en su mayoría. Además, Castillo ya nos demostró que en cualquier momento podemos volver a un gobierno de la izquierda radical.
A alguno le puede parecer exagerado preocuparnos por una expropiación o nacionalización de fondos de pensión privados, pero es algo que ya ha ocurrido en la región no hace mucho tiempo atrás (revisar el caso argentino, aquí). Incluso en Perú, hemos tenido un “serio” intento de nacionalización de la banca que fue -anecdóticamente- el catalizador de la participación política activa de MVLL (aquí).
Los políticos peruanos han demostrado que los fondos de pensiones pueden ser manoseados a su antojo, con idas y venidas, en las que un día podemos retirar dinero y el otro no, y el siguiente estamos incluidos, y el subsiguiente afuera del sistema. ¿Dicho “manoseo” se podría extender a nacionalizar los fondos? No veo porqué no y ese riesgo vital debería de llevarnos a pensar en la conveniencia de generar un bolsón de fondos tan apetacible, tanto para empresarios mercantilistas como para políticos.
Los pensionistas no son la principal preocupación de las AFPs
Cuando la utilidad del sistema se pone en riesgo (para sus dueños), surgen dos tipos de discurso: uno, acerca de los futuros indigentes del país que -coincidentemente- son los actuales aportantes; y, dos, acerca del mercado de capitales, que nuestros aportes (supuestamente) mantienen a flote (!!).
En relación a lo primero, si la preocupación es la indigencia, enfoquémonos en garantizar una pensión mínima para las personas que están en un riesgo mayor. El sentido común me dice que ellos no son los actuales aportes al sistema privado y que tampoco es necesario hacerlos aportar hasta los 65 años años para garantizar una pensión mínima. Además, que el cálculo de la pensión se haga en base a una expectativa de vida de 120 años es contrario al objetivo de garantizar una pensión “digna”.
En relación a lo segundo, ¿quién aceptó ser una de las garantías del mercado de capitales? ¿Quién pidió que el 50% de los fondos se invirtiesen en Perú (subsidiando a las otras empresas de los dueños de las AFPs)? Hay que tener poca sangre en la cara para señalar éste como un punto a favor de mantener la obligatoriedad del aporte.
¿Qué sigue?
Tenemos un sistema “agujereado”; políticamente incómodo; y, moral, legal y económicamente indefendible. Pero también hay que reconocer que la alternativa (sistema público) parece igual de mala o peor. La alternativa real pasa por un sistema de mayor alcance, que no dependa de la formalidad laboral y que garantice una pensión mínima. Ya se han planeado alternativas a considerar (por ejemplo, aquí y aquí) pero, con el gato de despensero (AFPs y “expertos” financiados por éstas, como líderes del debate público acerca del tema), hay pocas chances de avanzar.

:quality(75)/blogs.gestion.pe/menulegal/wp-content/uploads/sites/74/2019/08/17-Blog-Menu-Legal.jpg)