Yaplin: interoperabilidad forzada
Todos hemos experimentado alguna vez la dificultad de no poder transferir a alguien que no usa Yape o Plin. El BCR ha expedido un “Reglamento de Interoperabilidad de los Servicios de Pago provistos por los Proveedores, Acuerdos y Sistemas de Pagos”. A primera vista, ésta parece una buena noticia, desde que soluciona problemas de consumidores y permite mayor competencia entre aplicativos/bancos, al atajar problemas de “networks effects” y potencial abuso de poder de mercado (aquí). Al mismo tiempo, este tipo de norma ha sido definida como “equitativa” y menos intrusiva que otras formas de regulación por el Digital Regulation Proyect del Yale Tobin Center for Economic Policy (aquí).
Sin embargo, una visión de la política de competencia basada en el “bienestar del consumidor” no es pacífica y de hecho ha sido criticada por varios de los principales expertos del mundo como Denis Carlton (aquí). En este caso, aunque la interoperatividad pueda traer beneficios a los consumidores o incentivar la competencia en algunos aspectos, también puede generar externalidades positivas que terminen desincentivando la inovación o la mejora de los productos.
El obligar a una empresa a abrir su plataforma a otra, es como obligar a un restaurante a obligar a que te deje meter comida de otro. ¿Eso puede aumentar el “dinamismo” del mercado y ser algo “positivo” para los consumidores? Seguramente, pero no es una buena política económica y termina generando un costo social, que se mide en desincentivos a la inversión, mejora de la calidad e innovación.
¿Es necesariamente mejor tener más competencia? No, cuando dicha “competencia” en realidad no es de mercado, sino artificialmente generada por la intervención estatal. Tomen el ejemplo de Apple: gran parte de su estrategia comercial se basó en ser “cerrada” a software o implementos. Eso traía algunas incomodidades, pero también nos daba acceso a los productos preferidos por la mayoría del mercado que no solo cumplían su función sino que eran icónicos culturalmente. Tiendo a pensar que Yape es el Apple en esta historia.
Estos productos son relativamente nuevos. Ya hay bancos que trabajan juntos en una sola app. La norma no es absurda, tiene sustento teórico y puede ser fundamentada, pero no creo que sea la mejor salida. Lo más sensato sería dejar que la propia industria se desarrolle y surjan nuevas opciones, incluso creando un marco amigable para salidas de mercado (fintech). La interoperatividad “de mercado” no es una utopia, ya existe parcialmente en Perú y en otras experiencias en mercados emergentes como Tanzanía.