2015: Odisea en el Espacio Shengen (y lo absurdo del Derecho)
En la película El Terminal, Tom Hanks encarna a Victor Navorsky, un viajero de Krakozhian que llega a Nueva York a cumplir uno de los deseos de su padre fallecido. A penas llegó a NY, se dieron cuenta que había un problema con su visa. Su país había “desaparecido” debido a una guerra civil. Por eso, su visa ya no era válida, pero tampoco podía regresar. Los agentes de migraciones le dicen que no lo pueden detener (no ha infringido ninguna norma), pero tampoco puede entrar a USA. El resultado es que Victor se quedó un mes en el aeropuerto. Para sumarle a lo ya absurdo de la situación, los mismos policías esperaban que Victor saliera caminando del aeropuerto, pero no lo hizo. Esta película es basada en una historia de la vida real. En abril y mayo últimos experimenté de tal manera el sistema de migraciones de USA y Europa que ahora algunos amigos me dicen Victor Navorsky.
Para hacer la historia corta, había planificado –desde Berkeley- un viaje a Europa y África, pero que terminó siendo una pesadilla. En lugar de sacar la visa en Holanda, como supuestamente debía, la saqué en el consulado de Grecia en San Francisco. Luego, no me dejaron entrar a Europa. Estuve más de 100 horas entre aeropuertos y hoteles, en Ámsterdam, Londres y Dublín.
Lo absurdo, en el caso de mi historia, es que pese a tener una visa Shengen no pude ingresar a Holanda. En Holanda me hicieron pasar 7 horas de interrogatorios y luego 23 horas en el aeropuerto, pese a tener completamente acreditada mi identidad y tener una visa de estudiante de USA (además de visa de turista para USA y Europa). También fue absurdo que no pudiera comprar mi propio pasaje a San Francisco y tuviera que dormir en el aeropuerto. También fue absurdo que no me dijeran que había un hotel (o una discoteca) en el aeropuerto. Finalmente, en ese aeropuerto, fue absurdo dormir al lado de un ratón campestre (no soy el único que lo ha visto).
Luego, fue absurdo que usaran mis millas para llevarme a Londres (con la complicidad de American Airlines). También fue absurdo que me mintieran sobre que ellos “asumirían el costo de la deportación”. Fue absurdo –pero una bendición- que en UK me dieran visas sin problemas en el propio aeropuerto. Y fue absurdo que perdiera mi vuelo de Dublín a San Francisco porque me detuviera migraciones de USA en (Dublín!). Fue absurdo –pero, nuevamente, un milagro- que Aer Lingus asumiera el costo de mi nuevo pasaje, hotel, transporte y comida; y, gracias a las hermosas chicas que atendían, pudiera nuevamente ingresar a Dublín para pasar la noche.
Para terminar, fue absurdo que me perdiera del viaje de mi vida en Tanzanía, donde me esperaba un hotel 7 estrellas en Zanzíbar y un paseo (no para cazar, solo para ver animales. Estoy en contra del maltrato a animales, por eso ni voy a los zoológicos) en uno de los mejores gameparks del mundo. Abajo, una foto real de Zanzíbar:
Así, el Derecho, las reglas, y la falta de sentido común de algunas personas volvieron un viaje de vacaciones luego de obtener la candidatura al doctorado de un sueño a una pesadilla.
Al igual que en El Terminal, la historia tuvo un final feliz pues pocas semanas después pude regresar a Europa en lo que se convirtió en mi mejor viaje del año gracias a los nuevos y grandes amigos que hice.
Pd: Me he tardado meses en escribir en el blog en parte porque éste era mi artículo siguiente y no podía escribirlo. Así de traumático fue esto. De hecho, tengo otra versión de este post 10 veces más larga.