La receta de la abuela
¿Cómo se explica el éxito de la comida
peruana? ¿Tiene más relación con la innovación de algunos chefs o con la
tradición culinaria, pasada de generación en generación o de maestros a
alumnos? Probablemente, no apareceríamos en los rankings de comida si no fuera
por algunos de nuestros innovadores chefs, pero ellos nunca hubieran existido
si no fuera porque parten de la base de una tradición culinaria bien forjada.
Existe un “como se hacen las cosas” que los antecede. Esta tradición, descansa
en la idea de la copia y la repetición, más que en la innovación. Así, los
invito a valorar la importancia de la imitación, en un momento en que la idea
de la innovación parece ser el nuevo Dios de muchos empresarios, académicos y
hasta algunos políticos.
[Imagen de causa con lomo
saltado montado tomada de "El vicio de comer"].
Tal como ha mencionado Andrew Hill “Si el atractivo de un destino se midiera
por la cantidad de mapas que pretenden llevarnos a él, la innovación es el Taj
Mahal del mundo empresarial” (versión en inglés, aquí).
Sin embargo, muy pocas veces se pone en duda si es realmente la innovación -u
otra cosa- la que debería llevar al crecimiento del país. Hace poco me topé con
un interesante
artículo de Ricardo Haussmann -Director del Centro de Desarrollo
Internacional, en Harvard- que, de alguna manera, me ha hecho reafirmar las
dudas que tengo acerca de la importancia de la innovación para el crecimiento
de un país.
Haussmann se pregunta “¿Cómo es que hoy las familias más
urbanizadas, más pequeñas y más instruidas de países emergentes son mucho menos
productivas que sus homólogas de hace medio siglo en los países
industrializados? ¿Por qué no pueden los países emergentes reproducir niveles de
productividad que se lograron antaño en países ricos cuando tenían peores
indicadores sociales y tecnologías mucho más antiguas?”.
Uno pensaría quizá nos falta más acceso a
tecnología o fuentes de financiamiento. Sin embargo, para Haussmann “La clave de este enigma es el conocimiento
tácito. Para producir se necesita ‘saber’ hacerlo y esos conocimientos están,
en gran medida, latentes: no están disponibles en los libros, sino almacenados
en el cerebro de quienes los utilizan”.
Así, las “recetas de la abuela” que -la
mayoría de veces- solo están en la cabeza de las abuelas; existen no solo en el
ámbito culinario, sino en cualquier otra industria. La manera de hacer
determinados productos o prestar determinados servicios es algo que se aprende
haciendo, en la cancha, y que no puede ser enseñado a través de libros o el
Internet. Tendemos a pensar que el acceso a Internet cerrará la brecha a la
información entre los países pobres y ricos, pero ésta podría ser una idea
demasiado optimista.
De acuerdo a Haussmann, la clave sigue
estando en las personas y el conocimiento almacenado en sus cerebros. Como él
mismo menciona, el corolario de esto es que necesitamos traer a los cerebros,
no a las ideas. ¿Cómo se logra esto? Crear incentivos a la inversión extranjera
y relajar las normas sobre inmigración, serían dos buenos lugares para empezar.
Necesitamos saber cómo se hacen las cosas
para luego pensar en innovar. Ambos factores son importantes para lograr la
excelencia, pero es importante no perder de vista el orden de los factores que
-en este caso- sí altera el producto. Por esto, crear un ministerio de la
tecnología y la innovación es, por lo menos, apresurado, sino completamente
fuera de lugar, como ya he
mencionado anteriormente.