La revolución de las tecnologías de pago sin contacto
La situación actual nos ha llevado a repensar cómo llevar nuestras vidas y cómo serán cuando la pandemia termine. Lo cierto es que nada será como antes. Según estudios de Euromonitor International, se espera que, para los meses y años posteriores a la crisis, los estilos de vida y comportamientos de los ciudadanos se vean alterados significativamente.
El primer cambio que estamos viviendo es el aumento en el uso de las transacciones virtuales, medios de pago digitales y pagos sin contacto y una enorme disminución de uso de efectivo. El segundo, es la transformación en los hábitos de consumo que muestra una proyección mayormente guiada por la higiene, seguridad personal y el cuidado ambiental como principales motivadores. Además, se espera que los hogares se vuelvan áreas multifuncionales donde el trabajo, los estudios, el ocio, el deporte y el esparcimiento, tengan lugar. Si algo está claro, es que la sociedad está cambiando y no habrá vuelta atrás.
No obstante, para abrazar esta transformación se necesitan herramientas que nos permitan ir a la velocidad que la misma requiere. Es importante, por ejemplo, desde el ángulo financiero, que se promuevan las condiciones para acelerar la bancarización de todos los sectores de la población, y que se apoye la digitalización y educación en el uso de servicios de comunicación y de pago virtuales.
Tomemos como ejemplo los sistemas urbanos de transporte; según el Banco Mundial, para el 2050, más del 70% de la población estará viviendo en grandes ciudades y será de vital importancia contar con sistemas de transporte eficientes, ordenados y rápidos, como los tienen ya las grandes urbes del mundo. Si sumamos a este reto de modernización, el distanciamiento social que nos exige el contexto actual, nos encontramos frente a una enorme encrucijada ¿cómo hacer un sistema de transporte rentable cuando se necesitará hacer más viajes para movilizar el mismo número de personas, evitar el contacto directo, aumentar los niveles de higiene e incrementar la agilidad en los procesos, buscando que sean más seguros para quienes lo utilizan?
Un importante medio para lograr estos objetivos viene de la mano de las tecnologías de pago sin contacto. Desde hace algunos años, en ciudades como Madrid, los autobuses no requieren más que la cercanía de una tarjeta para cargar el costo del trayecto recorrido. Este suceso, que tiene un impacto directo en la calidad de vida de los usuarios del servicio, se ve ampliamente masificado a lo largo del continente europeo, en países como Francia, el Reino Unido o Alemania.
Esta modalidad, que no se limita únicamente a Europa, brinda innumerables beneficios para los pasajeros, tanto como para controladores de tránsito, a quienes les facilita la fiscalización de los servicios. Esto se puede demostrar, por ejemplo, en Canadá y Colombia, países que comparten algo en común: la inclusión de metodologías de pago sin contacto como opción en sus principales servicios de trenes o en los corredores segregados de buses como el Transmilenio. Esto acelera el pago de pasajes y simplifica el control de pasajeros en los medios de transporte, acelerando la fluidez del servicio.
En Australia se ha beneficiado generosamente la calidad y estilo de vida de sus ciudadanos con la implementación de los pagos sin contacto para las rutas de buses, con lectores para el uso de billeteras digitales o tarjetas con chip como métodos de pago.
En el caso peruano, recientemente se implementó la metodología de lectores sin contacto en los buses de las diversas líneas de los Corredores. Sin embargo, esta medida ha presentado algunos inconvenientes que han impedido la masificación de su uso por el bajo nivel de inclusión financiera, y la falta de educación y acceso a sistemas de pago digitales y sin contacto de la población local.
Según Asbanc, en el 2018, el 99% de peruanos aún utilizaba efectivo para realizar sus compras y pagos, pero se espera que para los meses posteriores a la pandemia este número decrezca considerablemente, con mayores sectores de la población buscando adquirir algún producto financiero que les permita consumir a distancia, o evitando el contacto. Esto abre una ventana importante que el sector y el país debe aprovechar: convertir el interés actual en pagos electrónicos y sin contacto, para que las personas den el salto hacia el uso de estas tecnologías y productos financieros ya existentes en el mercado. Este es el momento ideal para embarcar al Perú en un viaje de ida hacia la verdadera inclusión financiera, que no se debe quedar en el sólo acceso a servicios financieros, sino evolucionar con miras al real y efectivo uso de los mismos en la vida diaria. Es nuestro deber, como profesionales de la industria, el apoyar activamente tal revolución que podrá ser uno de los cambios positivos para la sociedad en la nueva normalidad de convivencia que vivimos.