Vacaciones y experiencias duraderas
En pocas semanas habremos llegado a los feriados de fiestas patrias, y muchas personas y familias hacen planes para disfrutar de esos días. Un poco de conocimientos de psicología del consumidor, que se procuran utilizar en las experiencias de compra, pueden resultar útiles.
En la última década un buen número de investigaciones que observan la relación entre el dinero y la felicidad han sido claras en identificar que las experiencias resultan más gratificantes que la compra y tenencia de bienes. Bajo esa lógica, un viaje, sin importar el destino, o días de esparcimiento con momentos fuera de casa parecen una buena opción.
Algunos autores señala que ello se debe a la virtud de las experiencias en que, a partir de ellas, es posible elaborar historias. Estas historias o narrativas biográficas pueden ser compartidas con amigos y en familia o repasadas mentalmente, con lo cual se revive la experiencia. En cierto modo, contar la historia permite volverla a vivir.
Algunos autores han llamado a la posibilidad de compartir y revivir una experiencia un valor “conversacional”.
Otra variable que impacta en a experiencia es el tiempo. Sin embargo me parece que los estudios aún no se encuentran alineados ya que algunos argumentan que los momentos iniciales de la experiencia son los que determinan su posterior recuerdo positivo o negativo, mientras otros que esto es determinado por el final de la experiencia. El reconocido psicólogo Kahneman es partidario de esta última idea.
También respecto al tiempo, la literatura señala que las personas quienes planifican sus experiencias de entretenimiento obtienen más satisfacción de ellas durante es proceso y cuando ya llega la fecha de vivir lo planeado. Esto se debe a que al proyectarse a la experiencia de, por ejemplo, visitar un lugar, ver unos familiares luego de tiempo, u organizar algo especial, uno ya se está anticipando a su disfrute y en cierta forma viviéndolo. Esto es algo que no sucede cuando las experiencias se planifican al último minuto.
Es decir que experiencias como las vacaciones no deben se comprendidas como un suceso temporal, sino como algo que queremos que perdure en nuestras biografías como un recuerdo al cual regresar.