Percepciones de la población en general ante la inflación y la política monetaria
Salón de Espejos es el título del artículo publicado por Carlo Pizzinelli en el último número de septiembre de 2022 de la Revista Finanzas y Desarrollo del Fondo Monetario Internacional. En el subtítulo se afirma que entender mejor la manera en que los consumidores perciben la economía ayudaría a las autoridades a controlar la inflación. El documento sintetiza un trabajo académico previo realizado junto a P. Andre, C. Roth y J. Wohlfart.
La investigación es un buen punto de partida para señalarnos que unas pueden ser las expectativas de los expertos sobre la inflación y el desempleo respecto de las que tiene la población en general. Asimismo, que hay que trabajar con mayor profundidad estas últimas para incorporarlas en los modelos macroeconómicos útiles para luchar contra la inflación.
En el caso del Perú la situación se complejiza más debido al mayor peso de los sectores informales y donde muchos de los consumidores son al mismo tiempo prestadores de servicios, comerciantes y productores. Por otra parte, estos sectores coexisten con un sistema financiero poco profundo, pero altamente concentrado. Tampoco se debe omitir la importante presencia de sectores productivos capitalizados donde predominan estructuras de mercado oligopólicas y; en general con reducidos espacios para la negociación salarial a diferencia de las economías más desarrolladas.
Importancia
Las autoridades económicas siguen con atención las expectativas inflacionarias de los hogares y las empresas, en encuestas sistemáticas, en diferentes horizontes temporales. En particular, un mayor número de pronósticos inflacionarios en tres a cinco años indica que las expectativas se están desanclando y que tal vez sea necesario un aumento de la tasa de interés para mantener la inflación bajo control.
Asimismo, esto explica por qué los bancos centrales procuran dar forma a las expectativas del público respecto a acontecimientos futuros explicando sus políticas actuales y futuras. En realidad, el éxito de la acción de las autoridades económicas depende crucialmente de su capacidad para comunicar el efecto previsto a los hogares y encauzar sus expectativas como corresponde.
Interrogantes
Con el alza de la inflación a niveles sin precedentes en décadas, los hogares de todo el mundo se preguntan cuánto más tendrán que pagar por la gasolina, los alimentos y otras necesidades. Las respuestas pueden ayudarlos a tomar decisiones financieras personales importantes. ¿Deberían simplemente comprar esa refrigeradora nueva, o esperar hasta más adelante y arriesgarse a que su precio aumente? ¿Deberían pedir un aumento al jefe para compensar la pérdida del poder adquisitivo?
Las respuestas no afectarán solo a los hogares sino a toda la economía. El motivo: los bancos centrales y los economistas académicos ven la inflación, en parte, como una profecía autocumplida. Si los consumidores creen que los precios aumentarán a un ritmo más rápido, tal vez se comporten de maneras que propicien la inflación: compran la refrigeradora o solicitan un aumento salarial. Ante ello si hay más demanda y la misma oferta, sube el precio, y ante un mayor número de personas que solicitan un aumento salarial, los empleadores suben el precio de los bienes o servicios que venden para compensarlo.
Metodología
En el estudio base, Pizzinelli y sus coautores realizaron encuestas para medir las opiniones de los ciudadanos sobre los efectos de los shocks económicos en el desempleo y la inflación. Entre 2019 y 2021, recabaron respuestas de 6,500 hogares estadounidenses representativos en forma amplia de la población.
Por separado, en el mismo período, encuestaron a 1,500 expertos, personal de bancos centrales e instituciones financieras internacionales, profesores y alumnos de doctorado, así como a economistas del sector financiero.
Estudios previos
Las conclusiones principales de los estudios previos fueron que los hogares tienen opiniones muy dispares sobre la inflación y tienden a percibirla más alta y persistente de lo que suele ser. Los consumidores también tienden a disentir sobre las perspectivas de inflación más que los expertos, a menudo cambian de opinión y con frecuencia se basan en unos cuantos productos clave que consumen sistemáticamente para extrapolar los cambios en el costo de vida general.
Además, las expectativas individuales están estrechamente correlacionadas con características demográficas, como sexo, edad, educación y orientación política. Por ejemplo, las mujeres y las personas con menos estudios o ingresos más bajos tienden a esperar una inflación más alta. Finalmente, experiencias anteriores, como haber superado la Gran Depresión o el embargo de petróleo de los años setenta, pueden determinar fuertemente las percepciones de la inflación que tienen las personas el resto de sus vidas.
Preguntas clave
Si bien Pizzinelli anota que estos resultados caracterizan la riqueza y complejidad de las expectativas de los hogares, no llegan a explicar en detalle cómo se forman esas expectativas. Cuando personas no expertas leen noticias sobre política monetaria y fiscal o acontecimientos económicos, ¿cómo integran esa información en las expectativas inflacionarias y otros indicadores fundamentales?
¿Es seguro asumir, para la formulación eficiente de políticas y para modelos teóricos, que las expectativas del ciudadano común son iguales a la de los expertos? Las respuestas a estas preguntas ayudarían a las autoridades de los bancos centrales a guiar mejor las expectativas de los consumidores sobre los efectos de sus acciones.
Shocks hipotéticos
Se pidió a los encuestados que consideraran cuatro shocks hipotéticos a la economía de Estados Unidos: un aumento pronunciado en los precios del crudo debido a una caída en el abastecimiento mundial, un alza de los impuestos sobre la renta, un aumento del gasto público federal y un alza de la tasa de interés fijada como meta de la Reserva Federal.
A fin de garantizar que todos los encuestados basaran sus respuestas en la misma información, se ofrecieron cifras actuales para las tasas de inflación y desempleo y se les pidió pronósticos para las dos variables en el año siguiente. Luego se les informó sobre uno de los cuatro shocks hipotéticos y se les pidió que realizaran nuevas predicciones para la inflación y el desempleo.
Primeros resultados
Sus respuestas mostraron que las opiniones sobre los efectos de los shocks económicos variaban ampliamente, con grandes diferencias dentro de las muestras de hogares y expertos y entre los dos grupos. En algunos casos, los hogares y los expertos incluso disintieron sobre si un shock en particular tenía un impacto positivo o negativo en la inflación y en el desempleo.
Más sorprendente es que los hogares consideraron, en promedio, que un aumento de la tasa de interés de la política monetaria del banco central y un alza en los impuestos sobre la renta aumentarían la inflación, en forma contraria a las predicciones de disminución por expertos y muchos modelos de libros de texto. Asimismo, los expertos sobredimensionaron los impactos de un mayor gasto público sobre la inflación respecto de lo que planteó la población en general. También los expertos estimaron mayores impactos sobre el desempleo que la población en general.
Origen de resultados
En la segunda parte de la encuesta, se investigó los orígenes de la desavenencia entre expertos y hogares y dentro de los dos grupos. Parte de la diferencia parece deberse a que los encuestados consideran que los shocks repercuten por diferentes canales de transmisión, en particular, los mecanismos de demanda o de oferta. Mediante un conjunto de preguntas de selección múltiple y recuadros de texto abiertos, se solicitó a los encuestados que describiesen los factores que consideraban al momento de realizar sus predicciones.
Se vio que estas asociaciones explicaban una parte importante de las diferencias en los pronósticos. De manera no sorprendente, los expertos tendían más a remitirse a sus conocimientos con el uso de marcos tomados del conjunto de herramientas que utilizan diariamente y, con frecuencia, en referencia directa a modelos teóricos o estudios empíricos. Por el contrario, los hogares utilizaron una gama más amplia de enfoques para realizar las predicciones. Tendían más a recurrir a experiencias personales, estar influenciados por opiniones políticas o simplemente adivinar cómo un shock dado podría afectar la economía.
Por ejemplo, los hogares consideraron con mayor frecuencia el impacto de un aumento de las tasas de interés en los costos empresariales de obtener préstamos de capital, que se transfieren a los consumidores a través de precios más altos. Por otra parte, los expertos consideraron sobre todo el canal de demanda tradicional, el cual predice una disminución de la inflación en respuesta a un aumento de las tasas de interés dado que los consumidores gastan menos y ahorran más.
Indicios contextuales
¿Son estos resultados mala noticia para los bancos centrales? Si el público en general interpreta un alza de las tasas de interés como un presagio de inflación más alta, ¿podría ser más difícil para los bancos centrales contener la inflación? Un resultado final del ejercicio apunta a la comunicación eficiente de las acciones de política como una solución. Los indicios contextuales pueden determinar en qué canales de propagación piensan los ciudadanos y, por tanto, qué pronósticos realizan.
Algo positivo es que, mientras los bancos centrales son conscientes desde hace tiempo del poder de sus declaraciones cuidadosamente redactadas para guiar las expectativas del mercado, parece que ahora se concentran más en poner su comunicación al alcance de una audiencia más amplia. Por ejemplo, el Banco Central Europeo estuvo más presente en las diversas plataformas de los medios sociales y utilizó lenguaje más simple en discursos y declaraciones de política monetaria.
Desafortunadamente, esto no se hace en nuestro país; ni se enfrenta la inflación como una tarea de todos los sectores y actores en diferentes frentes, incluyendo una mejor comunicación y sensibilización de la sociedad ante el problema.
Aproximar a realidad
Los resultados del estudio brindan cierta orientación empírica en un sentido diferente pero relacionado. Los modelos macroeconómicos tradicionales giran crucialmente en torno al supuesto de expectativas racionales, según el cual los hogares basan sus decisiones sobre cuánto ahorrar, consumir y trabajar en expectativas sobre el estado futuro incierto de la economía.
El supuesto no significa que los hogares tienen conocimiento perfecto del futuro. Pero sí implica que si los hogares ven que el banco central incrementa las tasas de interés de manera inesperada y creen que esto reducirá la inflación, sus acciones posteriores finalmente se traducirán en un descenso de la inflación. Si bien este enfoque para modelizar las expectativas ha sido criticado a menudo como demasiado estricto o poco realista, decidir la forma adecuada para apartarse de él no es sencillo.
Retos
Pizzinelli señala que para que sea válido todo distanciamiento con respecto a este pilar de la macroeconomía estándar debe reflejar fielmente la manera en que los hogares forman realmente sus expectativas.
El estudio proporciona así una dirección preliminar para que los modelos macroeconómicos incorporen aspectos conductuales de las expectativas de los hogares que se basan en pruebas empíricas. Este campo, conocido como macroeconomía conductual, se expande con rapidez, pero se enfrenta a algunos desafíos importantes.