Creamos más cuando tenemos menos
En 2015, se hizo un estudio muy ingenioso en las Universidades de Illinois y Johns Hopkins en el que se examinaba qué tan creativamente las personas usaban los recursos que tenían disponibles. Dividieron a los participantes en dos grupos; en uno, les pidieron que escriban un breve ensayo sobre haber crecido en un ambiente de escasez, y en el otro que escriban también un ensayo pero en este caso sobre haber crecido en un ambiente de abundancia. Luego, a todos les presentaron el mismo reto: dar uso a 250 láminas de espuma de embalaje en el campus estudiantil. Veinte jueces analizaron ciegamente la astucia de las propuestas y los resultados fueron claros: el grupo que escribió sobre escasez logró encontrar una cantidad contundentemente mayor de usos y, sobre todo, usos más creativos.
Fuente: Universidad de Illinois (https://illinois.edu/)
Es casi una ecuación matemática. Cuando escuchábamos a la abuelita decir “la necesidad es la madre de todas las curas” tenía más razón de la que nos imaginábamos. Por décadas, la decisión unánime en el mundo de la psicología era que las limitaciones eran una barrera a la creatividad y hoy se demuestra lo contrario. Entonces, la próxima vez que se te ocurra decirle a tu equipo “imagínense que todo es posible y no hay barreras” para animarlos a pensar fuera de la caja, piénsalo dos veces.
Por ejemplo, los peruanos no somos ajenos a crecer en escasez y probablemente por eso somos “recurseros” por naturaleza. Nuestra historia como país (a veces próspera y otras no tanto) nos ha ayudado a desarrollar esta habilidad hoy tan valiosa que es la creatividad. La falta de acceso a diferentes productos a lo largo del tiempo nos obligó a imaginar usos novedosos para los productos cotidianos y a, por ejemplo, inventarnos nuevas recetas buenazas con los insumos que ya teníamos en la casa. ¿o cómo crees que nació el tacu tacu?
Cuando todo está “bien” tendemos a ver las cosas como nos han enseñado; “los cielos son celestes, las sillas son para sentarse, los papeles para escribir, los estacionamientos para estacionar y las sábanas para vestir nuestros colchones”. Nunca nos imaginamos que después de unos meses en pandemia terminaríamos armando carpas con sillas y sábanas en la sala para entretenernos, viendo películas en auto-cines como en los viejos tiempos o forrando toda la terrazita del departamento en papel bond para tener un gran lienzo para pintar.
Las restricciones te obligan a pensar.
Para motivar a nuestros equipos y sacar su máximo potencial creativo, la palabra clave es balance. El reto debe ser lo suficientemente amplio como para invitarnos a crear y al mismo tiempo lo suficientemente acotado como para que se sienta realizable. Un tip práctico es siempre formular el reto en forma una pregunta que comience con las palabras “¿Cómo podríamos…?” Ya que esto nos impulsa a co-crear en equipo y proponer soluciones novedosas.
Transformemos las barreras e impedimentos en posibilidades y confianza creativa. En estas épocas limitadas en las que nuestro activo más poderoso es nuestra mente, aprovechemos la abundancia creativa que viene de las crisis. Luego miraremos atrás con asombro y orgullo.