Eurozona: ¿Hacia la unión bancaria?
Los problemas europeos están centrados en dificultades bancarias y fiscales, que además están relacionadas entre sí en un círculo vicioso. La relación entre ambos se basa en la alta exposición de bancos a gobiernos de sus países y de otros países. En términos simples, los bancos han prestado dinero a gobiernos que no tienen cómo pagar.
Por ejemplo, los banco españoles le han prestado al gobierno español,
los bancos franceses al gobierno griego y así sucesivamente. En
resultado ha sido una crisis de confianza en el sistema bancario, pues
si los bancos no cobrar sus deudas, los ahorristas temen perder sus
depósitos. La repuesta de las autoridades europeas ha sido la creación
de una unión bancaria, es decir, dar un paso más allá de la unión
monetaria.
Ahora bien, en el avance hacia la unión bancaria, no resulta simple
seguir los acontecimientos europeos; cuando parece que se ha tomado una
decisión, de un momento a otro, se cambia o se posterga; en estos días,
el centro de la crisis sigue estando en España y en menor medida en
Italia y Grecia. El 19 de octubre se llevó a cabo en Bruselas la
vigésimo sexta cumbre de la Unión Europea (UE), que entre otros
objetivos, buscaba definir la conformación de una unión bancaria con un
supervisor único, que al menos en un inicio, sería el Banco Central
Europeo (BCE). La urgencia de una unión bancaria era un pedido de
España, pues a través de la misma, los fondos europeos recapitalizarían a
los bancos españoles en problemas de una manera directa, SIN que el
dinero aumente la deuda del gobierno español, sino directamente de los
bancos.
Sin embargo, se acordó un calendario para la implementación del
supervisor bancario a lo largo de 2013, por lo que en el mejor escenario
el rescate directo de la banca española ocurriría en 2014; vistas así
las cosas, a Mariano Rajoy (jefe de gobierno español) solo le quedará
pedir formalmente un rescate, que desde luego estará atado a condiciones
estrictas y reformas. En términos simples más austeridad. En otras
palabras, la unión bancaria se hará a un ritmo más lento, pero España no
puede esperar. La posición de Alemania, Holanda y Finlandia prevaleció
sobre la de España y Francia.
Vamos un poco hacia atrás. La idea era que el fondo de rescate europeo,
llamado Mecanismo de Estabilidad (MEDE) recapitalizara a los bancos
españoles en problemas por un monto cercano a los 40 mil millones de
euros, sin que ese dinero aumente la deuda pública española. Al menos
eso se había acordado; pero como siempre, el diablo está en los
detalles. Luego surgió la idea de que el proceso debía ser supervisado,
por un ente supranacional, por lo que se esperaba que en la cumbre
reciente se creara la unión bancaria y su correspondiente supervisor
(sería el BCE). No obstante, al confeccionarse un calendario para su
conformación, recién entraría en funciones a fines de 2013. Como España
requiere rápido el dinero, ya no podría hacerlo a través del MEDE, sino
vía un rescate solicitado por el gobierno español, atado a
condicionalidades, reformas y austeridad.
En mayo de 2010 se desarrolló la primera reunión cumbre de la Unión
Europea para enfrentar la crisis; la de octubre de este año ha sido la
número 26. Cuatro países han sido rescatados: Grecia, Irlanda, Portugal y
España (si procede el rescate comentado sería el segundo del país
ibérico).
¿Qué es una unión bancaria? Desde el punto de vista de cada país es una
transferencia a un ente supranacional de competencias relacionadas con
el marco institucional y regulación del sector bancario, de modo que sea
responsable de su estabilidad y solidez. Supervisión y regulación,
seguro de depósitos y resolución de crisis bancarias estarían en el
corazón de sus funciones. En la Cumbre de junio quedó claro que un
mecanismo único de supervisión garantizaría la posibilidad de una
recapitalización directa de los bancos a través del MEDE. ¿Por qué es
necesaria la unión bancaria? Existen varias razones. En primer lugar, la
creciente interconexión entre instituciones financieras de la eurozona
genera que los problemas bancarios en un país rápidamente se reflejan en
los otros. En segundo lugar, no puede haber un sistema bancario sin un
prestamista de última instancia, misión que es cumplida por los bancos
centrales en todos los países del mundo; en la eurozona esto no ocurre,
pues tienen un banco central común a los 17 países. En tercer lugar, la
unión monetaria, que define a la eurozona requiere de un alto grado de
integración financiera. En cuarto lugar, con un banco central (el BCE),
la eurozona necesita un regulador, un supervisor y una autoridad que
resuelva la crisis y no uno por cada país; de lo contrario no sería
posible armonizar las políticas.
Los problemas surgen en el campo político, pues los países pueden
percibirlo como “ceder soberanía” pues sus bancos ya no estarían
supervisados por un ente interno, sino por uno externo. Además, ¿cómo
se conformaría el ente supervisor’ ¿Con igual voz y voto para los 17
miembros? ¿Cómo seguirá avanzando Europa? No es posible saberlo hoy.
La eurozona tiene un problema de diseño. Una unión monetaria debe estar
acompañada de una unión bancaria y otra fiscal. Imagine lector que la
unión bancaria tiene éxito; ¿qué pasa si la misma responsabilidad no
ocurre a nivel fiscal? Lo paradójico es que la idea de la unión europea
ha generado mayores distanciamientos entre los países, justamente lo que
se quería evitar.