En una vida breve y precaria, marcada por la falta de rumbo y la extrema sensibilidad, Vincent Van Gogh volcó su cariño en Theo, su hermano pequeño; un amor profundo e incondicional que quedó plasmado en las cientos de cartas que se intercambiaron hasta 1890, año de fallecimiento del artista.
Ese diálogo epistolar sirve como hilo conductor de “Meet Vincent Van Gogh”, la única exposición inmersiva curada por el Museo Van Gogh de Ámsterdam, que llega al Campo de Polo de Buenos Aires tras su exitoso paso por Pekín, Barcelona, Londres, Lisboa, Madrid y Santiago de Chile.
“(La muestra consiste en) Conocer quién era el artista, qué pensaba, qué hacía, por qué estaba tan perturbado y tan emocional por momentos, y eso hace entender gran parte de su obra”, señala Nicolás Renna, director general de Proactiv Entertainment, compañía productora de la exposición.
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Sumergirse en la vida de Van Gogh
Considerado como uno de los últimos cuadros de Van Gogh, “Trigal con cuervos” da la bienvenida a una exposición que mezcla elementos audiovisuales, recreaciones de pinturas y decorados especiales para lograr una “experiencia multisensorial” que ya han disfrutado más de un millón de personas en todo el mundo.
Tras atravesar un pasillo con los principales hitos en la vida del artista, el visitante recorre seis escenarios que invitan a conocer, en primera persona, algunos lugares que habitó Van Gogh, como el mítico dormitorio de su casa de Arlés (Francia), en donde se podrá hacer una ‘selfie’ encima de la cama.
La mayor particularidad de “Meet Vincent Van Gogh” es, precisamente, la interacción con el entorno: la muestra permite acariciar los cuadros del neerlandés, sentarse y dibujar en su mesa de trabajo, probar suerte en el arte del retrato o apreciar con una lente los detalles más ocultos de sus trazos.
“La exposición se centra en conocer al artista: el qué, el cómo, el cuándo... Todo. Esto está marcado con una audioguía para adultos y otra para niños, en la que tú escuchas las voces de los dos (Vincent y Theo). Evidentemente se suaviza el tono para los niños, porque era un poco turbulenta su vida”, explica Renna.
Las conversaciones entre Vincent, Theo y otros miembros de la familia cambian en función del escenario, por lo que se requiere un mínimo de permanencia en cada uno de ellos para disfrutar de una travesía que dura alrededor de 60 minutos.
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Democratización del Arte
Durante la exposición, el visitante podrá deleitarse con reproducciones en tres dimensiones de los cuadros más célebres de Van Gogh, entre ellos “Los girasoles”, “Barcos pesqueros en la playa de Saintes-Maries” o “Paisaje en el crepúsculo”, que coinciden con las proyecciones audiovisuales de otras obras del artista.
La afluencia masiva a la inauguración, que contó con la presencia de su sobrino nieto, V. Willem van Gogh, entre los invitados, evidenció el magnetismo que todavía generan Van Gogh y sus creaciones en la actualidad, algo motivado por el interés del pintor neerlandés en “democratizar” el arte.
“Sus obras son muy caras y se han subastado por decenas de millones, pero él pintaba gente humilde. El artista normal del siglo XVIII y XIX pintaba celebridades, famosos, reyes, los que podían pagar al pintor. Él pintaba cosas cotidianas”, recuerda el directivo de Proactiv Entertainment.
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La muestra constata el gusto de Van Gogh por lo mundano: una familia campesina comiendo en torno a una mesa (“Los comedores de patatas”), una mujer tomando una cerveza (“Agostina Segatori sentada en el Café du Tambourin”) o un hombre atravesando un campo en el crepúsculo (“El sembrador a la puesta del sol”) son personajes habituales en el universo del pintor.
Unos cuadros que también reflejan su talante artístico, caracterizado por la proliferación de paisajes, arriesgadas combinaciones de colores y trazos gruesos y rítmicos que continúan estimulando la imaginación de los más jóvenes.
“El programa educativo es muy importante para el museo, porque es una organización sin ánimo de lucro que quiere llevar el mensaje de Van Gogh al mayor número posible de gente en el mundo. Ese es el objetivo: que la gente aprenda de él, que se entusiasme y algún día, con suerte, vayan al museo en Ámsterdam”, manifiesta Renna.
Al enfilar la salida de la exposición, un vistazo panorámico advierte de la trascendencia global de Van Gogh, con decenas de cuadros, fotografías e imágenes escultóricas de otros artistas que comparten un elemento común: la influencia de uno de los mayores exponentes del posimpresionismo.
Fuente: EFE
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