Las mujeres fotoperiodistas, de América Latina a Europa pasando por el mundo árabe, intentan ganar visibilidad en un sector muy masculino, uniéndose y aferrándose a los temas que les interesan.
“Responsables de medios me han pedido a menudo: ‘¿Te ves capaz?’ y se sobrentiende... porque eres una mujer... ¡Era más capaz que ellos!”, dice riendo Françoise Huguier, con 50 años de experiencia a sus espaldas y el World Press Photo 1993, por su diario de a bordo de un viaje en solitario a Siberia.
En el 2021, las mujeres sólo representaron un 19% de los candidatos a este prestigioso premio. En el terreno son más numerosas, pero siguen siendo minoritarias, con unos ingresos muy precarios.
“Los hombres tendrían que ocuparse de los niños”, lanza Huguier. “He visto a muchas de mis amigas abandonar la profesión cuando tuvieron hijos. Yo no tuve”, explica a AFP en el festival internacional Visa pour l’image en Perpiñán, sur de Francia, donde presenta una muestra de su trabajo en Mali, Rusia o Corea del Sur.
Conciliar la profesión con los hijos es, para las mujeres, un obstáculo más en este sector dominado por los hombres, ya sea en las redacciones como en los jurados, según el Observatorio de la Diversidad, de la asociación Les filles de la photo (Las chicas de la foto).
Luchar por su curiosidad
Este año, son ocho mujeres de un total de 25 las que exponen en Visa, un reconocido festival de fotoperiodismo.
Huguier, la decana, considera que tuvo “suerte” de poder abrirse camino en los años 1970 en una época “más complicada”. A sus 80 años, no quiere parar, y menos sabiendo que, como independiente, cobrará 700 euros (un monto parecido en dólares) de jubilación.
¿Su arma? “Cuando tengo algo en la cabeza, no lo suelto. ¡Soy cabezona! Se tiene que seguir a la curiosidad, si se tienen ganas de hacer un tema, hay que luchar”, admite.
La más joven del certamen, Tamara Saade, de 25 años, coincide con ella. “Es una cuestión de carácter, más que de género o de sexo”, añade esta libanesa, cuya exposición muestra la crisis en su país tras la catastrófica explosión del 2020 en Beirut.
“Siempre ha habido mujeres fotógrafas, pero se ha hecho más hincapié en los hombres”, lamenta, citando las “inspiradoras e increíbles” Myriam Boulos, Tania Habjouqa o Randa Shaath. “Las mujeres fotoperiodistas no están escondidas. ¡No somos una especie rara! Sólo es que los medios no nos llaman”.
La sororidad es una de las estrategias defendidas por su colega venezolana Ana María Arévalo Gosen, de 33 años.
La fuerza del colectivo
“Estamos muy lejos todavía de alcanzar la paridad. Sin embargo, por lo menos en Latinoamérica, hay unos movimientos de colectivos para unir a mujeres (...) Nos organizamos para conseguir publicaciones de nuestro trabajo, aprendemos de todas, de nuestras experiencias”, explica.
“El secreto está en unir fuerzas para luchar”, señala.
Y en el terreno, todavía es más necesario estar más atentas par evitar las “microagresiones”, advierte Saade. “Yo tengo derecho a comentarios que mis colegas hombres no tienen”.
Pero, ¿puede una mujer acceder más fácilmente a según que lugares? Para Huguier, que ha sido admitida incluso en conventos en Colombia, “se tiene que respetar a la gente, tomarse el tiempo. Si se es demasiado directo, no funciona”.
Una opinión que comparte Arévalo Gosen, que expone imágenes del día a día de las cárceles insalubres de mujeres en Venezuela, El Salvador y Guatemala.
“El nivel de intimidad que yo quería alcanzar nada más podía ser si yo trabajaba con mujeres (...) Sin embargo, contar la situación de las mujeres es también contar la de los hombres, sufren igual”, dice, considerando que una “visión de género” no impide mostrar la realidad de unos y otros.