Crisis sanitaria, económica, política y social. El Perú de las últimas semanas parece sacado de una pesadilla. ¿Qué pasa por la mente de los peruanos ante lo que ocurre en el país? El sicólogo Roberto Lerner conversó con Gestión y se anima a analizarnos colectivamente, como si de un paciente se tratara.
¿Lo que ocurre en el país es también un tema de conversación entre paciente y doctor?
Mire, el menor de mis pacientes tiene 9 años y el mayor, 85. Tengo una visión transgeneracional de la situación y no hay día que haya algún comentario en las consultas que tenga que ver con esta incertidumbre. Además, el regreso a lo presencial genera una serie de tensiones. Si eres niño y dejaste el colegio a los 9 años y vuelves a los 11, ya no es lo mismo.
¿Cómo nos ha dejado esta pandemia?
La pandemia deja mucha rabia, la gente queda muy molesta porque se mueren familiares o porque las curas no se pueden distribuir de manera justa. Siempre que ha habido pandemias, se han generado turbulencias políticas importantes. Lo estamos viendo. En casi ningún lugar nadie la está pasando bien.
¿Esta rabia se acrecienta por lo que vemos en la política?
Sí, una vez que uno ya no tiene miedo de morirse, comienza una serie de sintomatologías, como el aumento brutal de la crisis de ansiedad generalizada, los síntomas agresivos, la conducta de autoagresión, entre otros. O la transgresión de normas, es decir, tomar la justicia con las propias manos.
Desde la perspectiva sicológica, ¿cómo definiría al Perú de hoy?
En el Perú de hoy hay un empate de antipáticos e impotentes. Nadie puede meter gol. Todos creen que tienen poder, quieren demostrar que lo ejercen, pero nadie produce nada. Estamos en medio de una competencia de machos.
¿Por qué no hay una figura que nos represente?
No hay ninguna figura que provoque seguir. La gente no se siente identificada con nadie. Todos están empatados en el campeonato de la antipatía. No es casual que las dos últimas elecciones presidenciales hayan sido empates, con una diferencia de 40 mil y 60 mil votos.
¿Cómo debería ser el líder que nos una?
Un líder sería aquel que pueda generar dos o tres temas que generen una identificación con algunas cosas en común. Podría decir también que idealmente se necesita un líder que tenga un norte, pero sobre todo se necesita alguien que pueda convocar y que nos movamos en una dirección. Nadie se toma el trabajo de decir esto se puede hacer, lo voy a hacer en tanto tiempo o esto no se puede hacer.
¿Qué hacer con la polarización? ¿Qué nos une todavía como peruanos, más allá del fútbol y la gastronomía?
Esa es una realidad que tiene mucho tiempo. ¿Qué nos une más allá de nuestro DNI? En el fútbol, por un lado, no es casual que quien ha podido sostener por un tiempo a esa selección es alguien que no tiene DNI (Ricardo Gareca) y que otro que concentra las simpatías de muchos tiene un DNI reciente (Gianluca Lapadula). En la gastronomía no es casual que uno de los grandes promotores (Gastón Acurio) acaba de vender su negocio, lo cual es legítimo, pero simbólicamente tiene un impacto.
¿Qué hacer entonces?
De repente, falta que nos toquemos, que nos olamos, que circulemos más por el país, donde el chico de Lima tenga que dormir con el de Huánuco. Nos falta una “chocolateada”, que nos mezclemos más.
EN CORTO
Incertidumbre. Según Lerner, la gente busca líderes que tengan un contacto directo, sin intermediarios. “En el Perú es más intenso. Queremos seguir desarrollándonos, trabajando y miramos a los árbitros, pero no sabemos en qué cancha estamos, qué deporte jugamos o si se puede agarrar la pelota con la mano”, apunta.