Las costosas papas fritas de US$ 200 han sido blanqueadas con champaña Dom Périgno. (Foto: Getty Images)
Las costosas papas fritas de US$ 200 han sido blanqueadas con champaña Dom Périgno. (Foto: Getty Images)

El helado Golden Opulence Sundae en el restaurante Serendipity3 de la ciudad de Nueva York, hace honor a su nombre.

El plato se sirve en una copa de cristal Baccarat Harcourt y se debe pedir con al menos 48 horas de anticipación para que el restaurante tenga tiempo de adquirir los ingredientes exóticos.

Son tres bolas de helado de vainilla de Tahití cubiertas con una hoja de oro de 23 quilates comestible, cucharaditas de caviar de postre Grand Passion, una orquídea de azúcar dorada artesanal con el carísimo chocolate negro italiano Amedei Porcelana y chocolate Chuao, elaborado con cacaos venezolanos raros.

Su precio es de US$ 1,000, mucho más de lo que Chantha Thach imaginó gastar en un postre.

Este plato fue agregado al menú de Serendipity3 en 2004 para que obtuviera el título del “postre más caro” en el libro Guinness de los récords mundiales.

El restaurante también ostenta los títulos del sándwich más caro, que consiste en un queso con pan de molde asado de US$ 214 combinado con sopa de tomate de langosta sudafricana.

La malteada de US$ 100 viene servida en un vaso con cristales Swarovski incrustados, y desde julio de 2021, es la más cara en el mismo registro.

Las costosas papas fritas de US$ 200 han sido blanqueadas con champaña Dom Pérignon y cubiertas con sal de trufa, aceite de trufa, quesos trufados y trufas negras raspadas.

Pero esto no es lo más caro que pedirían pagar por unos postres o un exiquisito antojo. En la ciudad de Voorthuizen, en Países Bajos, el restaurante De Daltons debutó el mes pasado con una hamburguesa de 5,000 euros (US$ 5,900). Esta hecha con carne wagyu japonesa de clasificación A5, de la más alta calidad, mezclada con cangrejo real de Alaska y jamón ibérico.

En Las Vegas, Wally’s Wines and Spirits ahora ofrece a los comensales la oportunidad de gastar sus ganancias en un bife de costilla añejado en seco de US$ 1,000 durante 200 días.

Y Dum Dum Donutterie de Londres ofrece una creación culinaria de alta gama que perdura en la tradición es un cronut con caviar por 1,500 libras (US$2.000).

Estos platos son considerados como un truco de marketing eficaz, como lo demuestran las listas de espera de varias semanas y los videos de YouTube al estilo “lo probé”, que acumulan decenas de millones de visitas.

A pesar de que la pandemia ha reducido las oportunidades -y, en muchos casos, el apetito- para el consumo célebre, ¿por qué estos elementos de menú de tan alto presupuesto siguen siendo tan populares? ¿Sentimos que ahora, más que nunca, nos merecemos un lujo?

Lista de espera

Para Serendipity3, al menos, las costosas papas fritas estaban destinadas a generar entusiasmo en torno a la reapertura del restaurante después de más de un año de renovaciones y cierres relacionados con la pandemia.

Más allá de generar titulares, el plato también acumuló rápidamente una lista de espera de 10 semanas.

Serendipity3 obtuvo amplia publicidad por su helado dorado cuando se lanzó y ahora su último producto parece estar hecho para el clima posterior a la pandemia. Dado que más personas se sienten cómodas viajando y cenando fuera, es el momento adecuado para ofrecer un plato que es decadente, pero que no está completamente fuera del alcance del cliente ansioso por derrochar.

Este cambio en las actitudes de los clientes también está alentando a más restaurantes a agregar platos lujosos como filetes Tomahawk, un corte de chuletón extragrande y llamativo, para dos o cuatro personas a sus menús, donde anteriormente se hubieran resistido al precio, asevera.

En su investigación, descubrió que cuando les preguntas a las personas sobre sus arrepentimientos y prioridades a corto plazo, tienden a enfocarse en preocupaciones como no trabajar lo suficiente, no hacer dieta o hacer suficiente ejercicio o no ahorrar suficiente dinero.

Por el contrario, cuando les pides que piensen en los últimos 5 o 10 años, o que miren hacia el futuro, tienden a priorizar y lamentar haberse perdido experiencias placenteras.

Situaciones como los viajes (como en el caso de la tía de Thach), así como eventos importantes como la pandemia, fomentan este tipo de perspectiva a largo plazo.

“El efecto Emirates”

El artículo de la BBC, precisa que parte del atractivo de un artículo novedoso, como pastelería o una hamburguesa desmesurada, es su atractivo alto-bajo: es un alimento que suele ser asequible y de fácil acceso, muy parecido a un plato de papas fritas o una hamburguesa.

“Todo el mundo sabe lo que es comerse una hamburguesa”, dice Leigh Caldwell, economista cognitivo, miembro de Irrational Agency en Londres y autor de “The Psychology of Price” (La psicología del precio, en español).

E incluso si no te pides lo del más alto precio, el hecho de que exista puede cambiar tu experiencia al cenar en ese restaurante.

Caldwell lo llama “el efecto Emirates”, en referencia a las suites privadas ultra lujosas de primera clase de la aerolínea Emirates.