Javier Moro sostiene que el final de una novela le deja un vacío que solo es posible ocupar cuando inicia un nuevo proyecto.
Javier Moro sostiene que el final de una novela le deja un vacío que solo es posible ocupar cuando inicia un nuevo proyecto.

La historia siempre está presente en la obra del escritor español . Hace seis años, conversó con Gestión para hablar del “Imperio eres tú”, premio Planeta 2011, la cual lo trajo a Lima para narrar la vida de los reyes portugueses instalados en Brasil en el siglo XIX.

De ahí en adelante, apareció “A flor de piel” (2015) y hace pocas semanas, lanzó “Mi pecado”, su última novela. La novela relata un pedazo de la vida de la actriz española Conchita Montenegro, quien, en 1930, con apenas 19 años, desembarcó en Hollywood.

El texto ganó en febrero el premio Primavera, pero también despertó, como suele pasar con su obra, una inmensa polémica, lo cual admite en diálogo con este diario.

Explorar la historia, parece la dinámica principal en su obra. ¿Por qué?
Siempre me ha interesado la historia. Estudié historia y antropología. Me gusta contar por dentro lo que los historiadores cuentan por fuera. Por eso, novelo la historia. No podemos entender quiénes somos si no entendemos de dónde venimos. No hay futuro sin pasado.

¿El pasado sigue siendo una fuente rica para la literatura?
Sí, todavía no se ha inventado una máquina mejor para remontar el tiempo que la novela histórica. No te mareas. Desde tu sillón puedes vivir en la Roma antigua, en la corte de Luis XIV o en el Hollywood de los años 30. Es el poder de la literatura: te permite reconstruir el pasado.

"Mi Pecado": Una vida de novela

La vida de Conchita Montenegro merece una novela. Así bien lo supo el escritor Javier Moro cuando escuchó hablar de esta actriz española hace 12 años. Conocer la historia de María de la Concepción Andrés Picado (1911-2007), el verdadero nombre de la intérprete que triunfó en el Hollywood clásico, fue el germen de “Mi pecado”.

La última obra arranca desde que la actriz desembarcó en la meca del cine y cautivó a todos con su talento y belleza. Uno de ellos fue Leslie Howard, el galán de “Lo que el viento se llevó”. Ambos vivieron un amor intenso, oculto (él era casado) y de final trágico que los llevó incluso a jugar un papel fundamental en el estatus de España durante la Segunda Guerra Mundial.

Contar otra vez el pasado, ¿supone organizar una nueva versión de los hechos?
Siempre. No existe objetividad, ni siquiera entre los historiadores. Todo depende del punto de vista de quien lo cuenta. El mismo hecho histórico se leerá de manera distinta según la personalidad del escritor, y la época en la que le ha tocado vivir.

¿Cómo es su proceso creativo?, ¿cómo surge una idea?, ¿cómo construye una idea?
Las ideas surgen por decantación. Rara vez surge un flechazo. Es más bien un largo proceso, que a la larga fructifica. Tengo siempre varias ideas en la cabeza, pero nunca sé cuál será la próxima. Depende de la inspiración, creo yo.

¿Ya se acostumbró a despertar polémica? ¿Por qué cree que un libro de usted siempre genera esa sensación?
No sé, pero es cansado y poco agradable. Siempre que escribo sobre gente que tiene parientes cercanos vivos, surge la polémica. La gente no está de acuerdo con la visión que un autor puede dar de sus antepasados. Generalmente, la gente tiene una mejor idea de lo que fueron que el propio autor.

¿Cómo dejar atrás a un personaje con el que se convive?
Siempre es penoso decir adiós a personajes que le han acompañado a uno durante los últimos años. Se produce un vacío… hasta encontrar una nueva historia.