Bajar de peso saludablemente no es fácil. Implica cambios drásticos, desde la alimentación hasta la disciplina al ejercitarse. Solo de esa manera se puede llegar a tener el cuerpo deseado.

Pero más allá de la dificultad de dejar de lado alimentos a los que estábamos acostumbrados, y que pueden ser dañinos, existen barreras que se deben afrontar para empezar a hacer una dieta que se convierta en un nuevo estilo de vida.

1. Poder y presión de la sociedad

Los cambios requieren apoyo del entorno, especialmente de la familia. Cuando esta busca que uno se alimente sin ser precavido, que coma de todo sin importar el contenido calórico, por ejemplo, resulta difícil hacer dieta.

“La familia es muy importante en este proceso. Al igual que los amigos, estimula positivamente a seguir adelante. Y es que, aunque se pierdan ciertos placeres culinarios, se verán mejoras en otros aspectos de la vida, y deben ser resaltadas por los demás”, explica Ana Cecilia Véliz, jefa del Departamento de Nutrición de la Clínica Anglo Americana.

Así, la idea es que el entorno apoye el proceso sin boicotearlo, evitando expresiones que señalen que la persona que está cambiando sus hábitos, antes era “más divertida”, o minimizando el daño que le puede causar consumir ciertos productos que no calzan con su dieta.

“La motivación en el proceso de pérdida de peso es muy importante. Luego tendrá que volverse disciplina, pero solo ocurre cuando se interioriza el objetivo, en el que es mejor tener a la familia implicada”, indica Valentina Fitness, health coach de Lab Nutrition.

En el mejor de los casos, la familia y/o amigos pueden sumarse al proceso del cambio. Entonces, el consumo del mismo tipo de comida reducirá la tentación por aquellos productos que no benefician la pérdida de peso.

2. Creencias entre generaciones

En Latinoamérica, y especialmente en Perú, la comida es sinónimo de cariño y gratitud. La tradición existe desde hace varias generaciones.

Por ello, las reuniones familiares suelen ser “un peligro” cuando se busca perder peso, ya que algunos buscan que los invitados coman porciones contundentes. De lo contrario, el rechazo podría considerarse un acto descortés. “Otra falsa creencia es que el niño no puede devolver nada en el plato. Debe comer todo lo que le sirven y así durante toda su vida. Pero es bueno fomentar nuevas creencias relacionadas a la buena alimentación”, comenta Antonella Galli, psicóloga de la Clínica Ricardo Palma.

3. La ansiedad y el estrés

Otra barrera a enfrentar cuando se inicia una dieta, o se busca un cambio perenne en la alimentación, es la ansiedad que, según expertos, puede disminuir a medida que se adapte el nuevo estilo de vida.

Sin embargo, al inicio esta suele jugar malas pasadas que terminan en un consumo extra de calorías al “picar” comidas fuera del régimen establecido.

Para controlarlo, Jean Carlos Sulca, nutricionista de Lab Nutrition, primero recomienda tener claros los objetivos. Así, la fuerza de voluntad será más fuerte.

Lo ideal, explica, “es manejar las comidas a media mañana y media tarde, donde deben primar frutos secos y frutas con menor carga calórica, como manzanas”.

4. Pocas horas de sueño

Dormir ocho horas, en promedio, es importante en el proceso de la pérdida de peso, o en el cambio de ritmo a una vida saludable. Y es que de esta manera se asimila mejor la comida.

Así, es bueno organizar los horarios del día a día y disponer de varias horas para descansar correctamente y ayudar al proceso de la pérdida de peso.

“El descanso adecuado permitirá una mejor regeneración del tejido muscular, el cual se encargará de la utilización de la grasa como fuente de energía y, de esta manera, la disminuirá, además de ayudar en la metabolización”, comenta el nutricionista Sulca.

Además, cuando se practica un deporte, como ir al gimnasio o correr a diario, el sueño ayuda a que los músculos se recuperen, puntualizan los especialistas.