El encuentro con la naturaleza, la ciudad, el cruce de culturas, o la importancia de la cultura material, son los ejes de la nueva visión de la colección de arte americano del madrileño Museo Thyssen, que mezcla arte del siglo XIX y del XX, y que cuenta con obras inéditas de la familia Thyssen.
“Arte americano en la colección Thyssen”, que pone el broche de oro al centenario del barón, abre mañana sus puertas hasta junio de 2022 con una renovada visión de su sección de arte norteamericano, que deja atrás el sentido cronológico y apuesta por combinar obras de distintas etapas.
“La colección del Museo Thyssen ha estado más de 25 años muy estática y a lo mejor ha llegado el momento de reordenarla, esto es un primer ensayo y cuando se termine podemos pensar en otras posibilidades”, dijo hoy Paloma Alarcó, jefa del área de Conservación de Pintura Moderna del museo y comisaria de la exposición.
La muestra está integrada por unas 150 piezas, un centenar corresponden a la colección permanente del museo y el resto a cuadros prestados por sus hijos y su viuda, Carmen Thyssen. Es la segunda vez que la familia aúna fuerzas en una exposición conjunta.
Una colección única
La colección de arte americano del Museo Thyssen Bornemisza es la más importante de toda Europa, y se debe a la pasión con la que el barón coleccionó arte americano desde muy pronto, en los sesenta. “Fue su última gran pasión”, resumió hoy Guillermo Solana, director del museo.
“Su interés por el arte americano fue de lo más contemporáneo a lo más antiguo (...) comenzó comprando algo tan atrevido como un Pollock, pero luego se adentraría en el arte del siglo XIX, algo desdeñado por el resto de coleccionistas europeos”, precisó.
Así, la muestra incluye obras del siglo XIX de autores menos conocidos como Frederic Church, Thomas Cole, Francis Silva o John William Hill, junto a otras más famosas como Jackson Pollock, Rothko, Roy Lichtenstein, Edward Hopper o Richard Estes.
Cuatro ejes temáticos atraviesan la muestra: “Naturaleza”, “Cruce de culturas”, “Espacio urbano” y “Cultura material”. La nueva visión de la colección, firmada por Paloma Alarcó y Alba Campo Rosillo, tiene vocación “transgresora” y pretende incorporar al itinerario las últimas corrientes críticas de género, colonialismo o ecología.
Contemplar la naturaleza
El paisaje, con gran tradición en la pintura norteamericana, ocupa las primeras. Estampas de Frederic Church o George Inness se muestran junto a un Rothko, que Alarcó bautizó como “La sala de la mirada lenta”, y en el que se ha dispuesto un banco para invitar a los espectadores a que “se sienten y contemplen”.
También se encuentran numerosas representaciones del cruce de culturas que desde sus orígenes tuvo Estados Unidos. Aunque la gran mayoría corresponde a artistas europeos o de ascendencia europea que representan a nativos o inmigrantes, se ha incluido la obra de Romare Bearden, “Domingo después del sermón”, de 1969, la única obra de un artista de descendencia afroamericano de la colección, en un lugar destacado.
Retratos de colonos que posaron ante John Singleton Copley, o personajes de alta sociedad de John Singer Sargent, conviven con los grabados de poblaciones indígenas de Karl Bodmer.
Ciudad moderna y cultura material
La ciudad, símbolo del desarrollo de la sociedad estadounidense, también tiene su protagonismo. Numerosas vistas urbanas de Charles Sheeler, Richard Estes, Ralston Crawford, aparecen junto a sus solitarios habitantes, que tienen magníficos exponentes como las mujeres de Hopper o “El Hombre de rojo con bigote” de William de Kooning.
Las comisarias dedicaron un apartado a la influencia de la cultura material en el arte americano, cada vez más analizada por la crítica. En esta sección última se pueden encontrar bodegones, desde la versión tradicional de Paul Lacroix (siglo XIX) a la innovadora de Stuart Davis; o la interacción de lo humano y lo no humano con piezas de Tom Wesselmann o Roy Lichtenstein (que cierra la muestra).
La exposición es resultado de un largo proceso de investigación realizada por Alba Campo Rosillo, becaria de la Terra Foundation for American Art, que tuvo por objetivo lanzar una nueva mirada temática y transversal sobre la colección y cuyos resultados serán hechos públicos pronto.