¿A dónde va nuestra basura después de que se la llevan? No hay una respuesta fácil. La mayoría de los plásticos y otros desechos no son reciclados; en cambio, terminan en vertederos, o peor. Pero es difícil rastrear su trayecto. Hay miles de millones de piezas móviles a lo largo de la cadena, incluidos recolectores, centros de procesamiento e incluso muchos tipos de desechos.
Proyectos piloto en Estados Unidos y otros países tratan de agregar responsabilidad a este proceso con la adopción de tecnología de cadena de bloques que permitirá a administradores de residuos y a ciudadanos ver casi todo el proceso de la recolección de basura.
La cadena de bloques, un registro descentralizado para vincular información, puede manejar grandes cantidades de datos y a menudo se considera inmutable, ya que es muy difícil alterar las entradas digitales completadas. Es la base de varias criptomonedas, incluido el bitcóin, y se ha convertido en la piedra angular de la Web 3.0.
Aunque muchas de sus aplicaciones se encuentran en etapas tempranas de desarrollo, ya se está utilizando la cadena de bloques para innovar en campos desde la banca y los bienes raíces hasta el arte y ahora, la gestión de residuos.
Criptomoneda para la basura
En Campo Viera, una ciudad en el noreste de Argentina, un empresario llamado Iván Zubilewicz ha creado una criptomoneda que espera mejore la recolección local de residuos. Al igual que bitcóin y otras criptomonedas líderes, JellyCoin, cuyo lanzamiento local es este mes, se basa en una cadena de bloques.
Zubilewicz dice que durante mucho tiempo ha buscado formas de cambiar el comportamiento humano en beneficio del planeta. Cuando se cruzó con la tecnología de cadena de bloques en el 2015, dice, fue “como una varita mágica”.
Se dio cuenta de lo que era posible, a saber, un incentivo para la recolección de residuos. Zubilewicz dice que la idea surgió de este deseo de observar los hábitos de las personas, de cambiar la forma en que las personas interactúan con los recursos que utilizan.
Para proporcionar un incentivo moderno, impulsado por la comunidad y que podría cambiar el comportamiento, JellyCoin, cuyo valor inicialmente está vinculado al peso argentino, nació lentamente. En Argentina, como en muchos otros países, el marco regulatorio para la criptomoneda no ha sido desarrollado completamente. No obstante, Campo Viera pronto adoptará JellyCoin en una capacidad limitada, una que facilitará la recolección de residuos.
Parte de esta recolección en el país es realizada por cartoneros, personas que clasifican la basura, incluido el cartón y el plástico para su reciclaje, que llevan a centros específicos.
JellyCoin, que pronto se emitirá a recolectores a través de una aplicación, proporcionaría una compensación por esta recolección de residuos ciudadanos, incluso por la distancia que hayan recorrido los recolectores. Zubilewicz dice que JellyCoin se usaría al principio para hacer ciertos pagos a la ciudad, como impuestos a los bienes raíces, y potencialmente para una mayor extensión de transacciones en el futuro.
Una app para basuras
Un esfuerzo similar de estímulo comunitario está tomando forma en Bengaluru, India, impulsado por un grupo sin ánimo de lucro llamado CITAG (Citizen Involved & Technology Assisted Governance).
“Tenemos muchos problemas con el manejo de residuos sólidos, por lo que queríamos ver cómo usar la tecnología de cadena de bloques”, dice Shobha Ananda Reddy, secretaria de CITAG y científica ambiental.
Su Gobierno municipal, Bruhat Bengaluru Mahanagara Palike, tiene una aplicación que regula el manejo de residuos (y más). En la aplicación, las personas presentan quejas cuando la recolección de residuos sale mal, por ejemplo, si la basura nunca se recoge, o si se forman “puntos negros”, lo que significa áreas públicas donde se acumula basura, ya sea porque los ciudadanos la tiran allí o porque los recolectores no la recogen. Aunque el sistema funciona en teoría, Reddy y CITAG creen que se puede mejorar la app y la recolección de residuos de la ciudad.
CITAG está en conversaciones con el Gobierno para equipar la aplicación con cadena de bloques. Reddy dice que esto significaría que “cualquier cambio requerirá tres niveles de aprobación”. La manipulación de registros no sería un factor; el registro de las quejas de los ciudadanos y las recolecciones marcadas por los coleccionistas serían más precisos y completos.
Limpieza con código QR
Otros proyectos de basuras basados en la cadena de bloques buscan un alcance más amplio. RecycleGO, una startup de cinco personas con sede en Nueva York, apunta a comunidades de todo el mundo. La compañía tiene como objetivo integrar el software y la tecnología en el reciclaje, evolucionando más allá de lo que el director ejecutivo, Stan Chen, llama una “industria muy anticuada”.
Chen observa una disparidad: el mundo produce 400 millones de toneladas de plástico al año, pero solo puede reciclar una pequeña fracción. Como profesional del reciclaje de segunda generación, cree que el cambio debe ser sistémico y radical.
Este mes, RecycleGO evaluará, a través de una serie de proyectos, lo que podría ser ampliamente posible con la cadena de bloques. En Miami, la compañía tiene planes de supervisar una limpieza de playas.
Los códigos QR en las botellas de plástico se escanearán, y las botellas se agregarán y rastrearán en una cadena de bloques a medida que se descomponen en materias primas y se convierten en mercancía.
Al igual que Zubilewicz en Argentina, Chen espera cambiar el comportamiento humano. Al igual que Reddy en India, cree que una mayor cantidad de datos, vinculados, organizados y protegidos a través de la cadena de bloques puede optimizar la recolección de residuos y sería un paso gigante hacia un nuevo y mejor sistema de reciclaje, uno que podría permitir a los líderes de la industria imaginar sistemas más eficientes.