Pekín (Reuters).- El Parlamento de China eligió el jueves formalmente a como el nuevo presidente del país, completando la segunda sucesión política ordenada en la nación desde que asumió el Partido Comunista en 1949.

La Asamblea Nacional Popular de China, un organismo que suele ratificar las decisiones del poder ejecutivo sin realizar cuestionamientos, escogió a Xi en una ceremonia estrictamente programada en el Gran Salón del Pueblo en el centro de Pekín, poniendo el sello final de aprobación a una transición generacional en el poder.

Xi fue designado jefe del partido y del ejército, donde yace el verdadero poder, en noviembre.

El líder de 59 años también fue elegido como máximo responsable de la Comisión Central Militar, el puesto paralelo en el gobierno a la principal posición militar del partido, que ya ostenta, asegurando que tiene todo el poder sobre el partido, el estado y las fuerzas armadas.

Casi no hubo oposición al nombramiento de Xi entre los legisladores cuidadosamente seleccionados. Xi recibió solo un voto en contra y hubo tres abstenciones entre un total de casi 3,000 delegados.

Xi hizo una reverencia y estrechó la mano de su antecesor en el cargo, , cuando se anunció el resultado, transmitido en vivo en la televisión estatal. Xi y Hu intercambiaron algunas palabras pero no se pudo oir lo que decían.

Aparte, Li Yuanchao fue electo vicepresidente, confirmando una nota anterior de Reuters.

Había otros cinco candidatos para la posición de vicepresidente, entre ellos Wang Yang, el reformista ex jefe del partido de la provincia sureña de Guangdong, y el poderoso responsable de la propaganda Liu Yunshan.

Xi había enfrentado una iniciativa del influyente ex presidente Jiang Zemin para designar a Liu, dijo una fuente con vínculos en la conducción.

El viceprimer ministro Li Keqiang tiene previsto suceder al primer ministro el viernes en una votación igual de previsible.

Hu, de 70 años, deja la presidencia tras una gestión que se extendió por el período máximo posible, dos mandatos de cinco años.

La llegada de Hu a la presidencia hace una década marcó la primera transición pacífica en el poder de la China comunista.

Eventos violentos como la Revolución Cultural y la represión de Tiananmen en 1989 contra manifestantes por la democracia habían empañado previos recambios en el poder.

Desde que asumió el puesto mucho más poderoso de jefe del partido en noviembre, Xi se ha enfocado en luchar contra la corrupción y promover prácticas austeras como prohibir que los altos mandos militares celebren unos banquetes regados de alcohol.

Muchos chinos esperan que Xi conduzca el cambio en un país que se convirtió en la segunda mayor economía del mundo pero está marcado por la profundización de la desigualdad de ingresos, la corrupción y la destrucción ambiental que quedaron de las administraciones de Hu y Wen.

Para Yan Chengzhong, un delegado a la legislatura, la tarea más apremiante para el gobierno de Xi es limpiar el medioambiente.

"Vengo de Shanghai, donde aparecieron 6.000 cerdos muertos flotando en el río. Eso habla de la fragilidad ecológica del ambiente", dijo Yan, quien sostuvo que había presentado una propuesta a la legislatura instando a la transparencia del gobierno en el tema ambiental.