El 23 de mayo, menos de dos semanas antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del Perú, 16 personas fueron masacradas en una aldea remota en un área conocida como VRAEM, el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, donde se cultiva coca. La zona se encuentra en estado de emergencia desde el 2003.
El propósito de los asesinos sigue sin estar claro. Las autoridades de Lima se apresuraron a culpar a los remanentes de Sendero Luminoso, una insurgencia radical de izquierda. Al lado de los cuerpos dejaron folletos que justificaban los asesinatos. En las décadas de 1980 y 1990, Sendero Luminoso fue responsable de decenas de miles de muertes.
Sin embargo, el alcalde del distrito de Vizcatán del Ene, donde tuvo lugar la masacre, dijo a los periodistas que pensaba que los narcotraficantes tenían más probabilidades de ser responsables (aunque ambas cosas podrían ser ciertas). La violencia lanza una granada a la ya tumultuosa elección del Perú.
Por un lado está Pedro Castillo, un maestro de escuela rural que saltó a la fama brevemente en el 2017 cuando encabezó una larga huelga de maestros. Es el candidato de Perú Libre, un partido de extrema izquierda. Por otro lado está Keiko Fujimori, la hija de Alberto Fujimori, quien como presidente en 1990-2000 derrotó a Sendero Luminoso, pero que ha estado cumpliendo una sentencia de 25 años por corrupción y otros abusos desde el 2009.
Jamás se esperó que Castillo y Fujimori lleguen a la segunda vuelta. Ninguno de los dos obtuvo buenos resultados en la campaña de la primera ronda. Pero en un campo abarrotado de 18 candidatos el 11 de abril, llegaron a la cima, con un 19% y un 13% respectivamente, lo que los llevó a la votación final.
Fujimori ya había estado sacando provecho del supuesto marxismo de Castillo. Las vallas publicitarias en Lima animan a la gente a votar en contra del comunismo. El 25 de mayo, luego de la masacre, lo acusó de tener vínculos con los militantes que considera responsables y, por lo tanto, de amenazar el legado de su padre. Castillo niega tales conexiones.
Sus partidarios dicen que no es comunista. Pero un congresista recién electo de Perú Libre, Guillermo Bermejo, está siendo juzgado por terrorismo por colaborar con Sendero Luminoso hace 13 años. (Él llama a las acusaciones “pura fantasía”.) Ha sido grabado diciendo que si su partido toma el poder, “no vamos a ceder... preferimos quedarnos para establecer un proceso revolucionario en Perú”. Castillo no lo ha reprendido.
Fujimori tiene sus propios problemas. Ha sido arrestada tres veces y pasó más de un año en la cárcel bajo prisión preventiva acusada de aceptar donaciones ilegales de campaña. Fue liberada hace un año como parte de un plan para frenar la propagación del COVID-19 en las cárceles. La campaña de Castillo sostiene que Keiko Fujimori convertiría al estado en una máquina de patrocinio para beneficiar a los ricos y bien conectados. Fujimori dice que es inocente y víctima de persecución política.
Quien gane el 6 de junio se enfrentará a una población desconfiada y a un Congreso fracturado, con diez partidos dividiendo los 130 escaños de la legislatura unicameral. Gracias a una serie de escándalos y disputas políticas, Perú ha tenido cuatro presidentes en los últimos cinco años. Es posible que esta elección no ponga fin a la inestabilidad.