Dar vida a la protagonista de la película “Lina de Lima”, que llega al Perú tras un periplo internacional, ha sido uno de los mayores desafíos que ha encarado hasta hoy la actriz y cantante peruana Magaly Solier en el transcurso de su meteórica carrera en el sétimo arte, siempre volcada en la defensa de la igualdad, el quechua y la identidad de su país.
“Ha sido un reto amplio, (pero) también escogí el personaje por esta razón, por su fuerza, por su valentía”, admite la actriz, en vísperas del estreno este jueves en Perú de este filme que marca el debut en la ficción de la cineasta chilena María Paz González.
En la cinta, que se exhibió con éxito en el 2019 en festivales internacionales, Solier encarna a Lina, una mujer migrante peruana que ayuda a su familia a distancia, mientras trabaja de empleada doméstica en una casa acomodada de Santiago de Chile, donde explora sus propios deseos e identidad.
Rompe moldes. No solo Lina, cuya rebeldía y empoderamiento desafían el mandato patriarcal y la alejan de la estereotipada imagen de la sufrida migrante que solo piensa en regresar.
También lo hace Solier al escapar de los papeles que hasta ahora habían dominado sus apariciones en la gran pantalla, como en “Dioses” (2007), “La teta asustada” (2009) o “Retablo” (2017), encasillados en patentar la imagen de una mujer andina avasallada por dramas e injusticias.
La actriz, tensa durante la entrevista, explica que siempre relee tres o cuatro veces el guion antes de aceptar un rol. “Soy yo la que elige”, insiste, tras mencionar que su decisión pasa ineludiblemente por valorar cuánto aporta el filme y su personaje “en la lucha de los derechos como mujeres, sobre todo como mujeres andinas”.
Migración y maternidad
“Lina de Lima” es una coproducción chilena, argentina y peruana, con la que María Paz González quiso hablar “desde el humor y la música” de temas que a menudo son presentados como dramáticos, como la migración o la maternidad.
“Es importante cuestionarlo, removerlo y ponerlo sobre la mesa”, declaró la directora de esta cinta, que calificó como “profundamente feminista” y que llevó a Solier a ganar el premio como mejor actriz en el Festival de Cine de Chile.
En la ficción, González encontró el espacio que necesitaba para darle libertad a Lina y generar el retrato de un personaje “que no es un rol” sino “una mujer migrante que tiene muchas capas, que es madre, es trabajadora, es amiga, es cuidadora y se adentra en la sexualidad”.
La cineasta cuenta que cuando vio a Solier, vio a Lina, pero para la actriz “Magaly no tiene nada que ver” con el personaje.
Solier esquiva con firmeza cualquier cuestión personal, aun cuando se le pregunta sobre la aparente contradicción entre su aporte al cine nacional y el tratamiento recibido por el entorno mediático local, que a veces pareciera ensimismado en destacar su papel como madre por escapar del imaginario de la mujer que se inmola por sus hijos.
“No hice mi carrera artística vendiendo mi vida personal, eso no tiene nada que ver con todo lo que he logrado”, sentencia la mujer, quien es natural de Huanta, una ciudad ubicada en la región andina de Ayacucho, donde vive cuando no acumula millas para ir a hacer cine.
Perú y quechua
Lo que sí vendió en sus más de veinte años en la gran pantalla es su incesante transmisión y defensa de la cultura peruana, sus costumbres y lenguas nativas, por lo que en el 2017 fue escogida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como “Artista por la Paz”.
“Uno de los principales objetivos cuando empecé era proteger nuestro quechua y me siento orgullosa porque lo he logrado, lo estamos logrando y hoy en día hay más defensores. Ya no es tanta la preocupación”, opinó la actriz, quien antes de debutar en el cine con “Madeinusa” (2005) soñaba con ser policía.
Fiel a su premisa, Solier compuso para “Lina de Lima” melodías huaynas y criollas que canta y baila en esta lengua originaria, que cuenta con más de 3.3 millones de hablantes en Perú, el 13.9% de su población.