Como hito del bicentenario de su independencia, que se celebra en el 2021, Perú se propuso ingresar en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), pero la inestabilidad y polaridad política de los últimos años y la gran recesión por la pandemia han roto ese sueño.
“No se ha cumplido y no se va a cumplir a corto plazo”, reconoció el exministro de Economía Luis Miguel Castilla, miembro del Gobierno que a fines del 2014 asumió el Programa País, una hoja de ruta marcada por la OCDE para que Perú alcanzase los requisitos mínimos de ingreso en este club de los países desarrollados.
La idea era que la sétima economía de Latinoamérica no fuese el único país de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) ajeno a la OCDE, y el programa se centró en cinco ejes: crecimiento económico; gobernanza pública, anticorrupción y transparencia; capital humano y productividad; y medio ambiente.
“Nos compramos el pleito hace casi siete años pero no hubo esa continuidad en las políticas públicas y en la prioridad que el Gobierno le debe dar”, añade Castilla, que estuvo más de cuatro años en la cartera de Economía, récord en un país donde el promedio en el cargo es de nueve meses.
“Los Gobiernos que se sucedieron han hecho borrón y cuenta nueva. Esa es una de las grandes causas de no haber avanzado lo suficiente en una serie de temas”, lamenta Castilla.
Eso se ha agravado con los casos de corrupción y, sobre todo, la falta de acuerdos políticos mínimos entre el Gobierno y el Congreso, en enfrentamiento constante, lo que ha hecho que Perú se torne en uno de los países más inestables de la región.
“Otros países que empezaron mucho más tarde que nosotros como Colombia y Costa Rica lograron el ingreso y Argentina consiguió avanzar de manera importante”, recuerda Castilla.
Índices clave
La primera meta incumplida fue el crecimiento del PBI en un país que hasta 2014 era el “milagro económico” de Latinoamérica por su rápida evolución, a un promedio de 5.4% desde el año 2000.
Eso se cortó con el final del “boom” de las materias primas, y desde la firma del Programa País la economía sólo creció por debajo de 3%.
La profunda recesión a causa del COVID-19 añadió una contracción de -11.6%.
El PBI per cápita, que debía seguir en un promedio de 4.6% anual para llegar a ser un país de renta alta en el 2029, ha caído a niveles del 2011.
Perú también queda muy lejos del índice de desigualdad, que se fijó en el 0.42 para el 2020 según el índice de Gini, pese a que esa cifra ya era mayor al promedio (0.38) de los cinco países más desiguales de la OCDE, cuya media total es de 0.32.
Tampoco hubo avances en la productividad, que en Perú es la tercera parte del promedio de la OCDE, ni en la informalidad laboral, que incluso aumentó con la pandemia hasta abarcar el 75% de la población económicamente activa (PEA).
“Si uno se remite al resultado de cuánta fuerza laboral es informal, obviamente es un fracaso, pero hay que verlo con una visión de mayor plazo”, matiza Castilla.
Para el exministro, el Programa País contribuyó a cambiar la mentalidad para abordar estos problemas desde la administración, y apostar por medidas como el impulso a la formación.
“Es un cambio sutil pero importante. Eso ha motivado que entidades multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco Mundial (BM) den préstamos para llevar adelante estas agendas”, apuntó Castilla.
Agendas y estructura estatal
Así, según Castilla, hubo avances en otros ámbitos más complicados de medir en cifras como el fortalecimiento institucional, las mejoras de gobernanza pública y la reducción de barreras para el crecimiento.
En ese sentido, se creó una unidad de gobierno en la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y se corrigieron aspectos en entidades como los organismos de supervisión de salud y trabajo.
También sirvió para enfatizar en la agenda pública temas como la lucha contra la corrupción y la informalidad, la protección del medioambiente y la educación técnica profesional, que se desarrollaron con el aliciente de entrar en la organización.
“Muchos casos de corrupción ahora procesados no hubiesen logrado evitar la impunidad si no hubiésemos estado comprometidos en adherirnos a los estándares de la OCDE, incluidos cambios en las leyes para penalizar el cohecho en el sector privado”, recordó
El horizonte para que Perú vuelva a tentar su ingreso a la OCDE es incierto, pues el escenario que dejan las elecciones generales del 2021 es que continuará la inestabilidad y polaridad.
“No soy optimista de que avancemos mucho, y si no avanzamos en mejorar la institucionalidad, vamos a retroceder todo lo que avanzamos en los últimos 30 años hasta entrar en esa trampa del ingreso medio”, concluyó.