La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reiterado que el coronavirus seguirá representando una amenaza significativa en el mundo hasta que se desarrollen vacunas seguras, las cuales tomarán hasta dos años.
Al respecto, el médico epidemiólogo del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, César Ugarte, precisó a OjoPúblico que las autoridades sanitarias deben tener un poco más de cautela sobre qué tratamientos se recomiendan, porque no se sabe mucho sobre esos fármacos y sus efectos adversos.
"No sabemos si vamos a terminar haciendo más daño”, dijo.
Recomendó además que debe elaborarse un protocolo más claro sobre el uso de determinadas drogas, como el tocilizumab, que cuyo uso fue aprobado por el Ministerio de Salud el pasado 29 de abril.
El fármaco tocilizumab es producido por Roche y está siendo utilizado en algunos países, aunque tampoco hay evidencia concreta sobre sus efectos.
“Debería existir un registro sobre el uso de estos medicamentos, para que en base a esos datos se vaya evaluando sus efectos", sostuvo.
El informe del citado portal indica que los tratamientos experimentales en el mundo buscan el reposicionamiento de fármacos que ya se utilizaban para otras dolencias y pueden ser eficaces contra el nuevo coronavirus, debido a que tienen ventaja de que su seguridad y perfil de toxicidad se conocen, de manera que el proceso se acelera.
Así, uno de los proyectos más destacados es Solidarity, un megaensayo clínico de la Organización Mundial de la Salud que probará cuatro de los tratamientos más prometedores: Remdesivir, cloroquina e hidroxicloroquina, una combinación de Ritonavir/ Lopinavir y Ritonavir /Lopinavir más Interferón Beta.
Los riesgos
El 24 de abril se acordó una colaboración global entre la OMS, la Comisión Europea y otras organizaciones como la Fundación Bill y Melinda Gates, denominada Access to Covid-19 Tools (ACT) Accelerator, para acelerar el desarrollo de diagnósticos, medicamentos y vacunas contra la Covid-19.
Si bien la OMS señala que el reto consiste en acelerar y armonizar los procesos para garantizar que los productos puedan llegar a los miles de millones de personas del mundo que los necesitan, experiencias pasadas demuestran que incluso cuando se dispone de instrumentos, no han estado al alcance de todos.
En esa línea, Vanessa López, directora de la organización española Salud por Derecho, alerta del peligro de esta situación, pues si solo una compañía tiene la patente "podríamos encontrarnos con problemas de suministro y precios abusivos”.
“Serán millones de personas las que necesitarán el medicamento”, precisa.
A su turno, el médico de atención primaria y autor del libro ¿A quién vamos a dejar morir?, Javier Padilla, señala que su patente podría limitar el acceso, y coincide con López: “Puede ser un problema porque tendrán una baja capacidad de sostener la demanda en términos de producción del medicamento, y por la fijación del precio”.
Es preciso mencionar que Gilead Sciences, un holding que cuenta con varias patentes sobre Remdesivir, .reconoció el mes pasado que no podía hacer frente a la demanda de Remdisivir que se estaba produciendo por el uso compasivo de este medicamento en Europa y Estados Unidos, es decir, su utilización en pacientes de Covid-19 al margen del ensayo clínico.
De otro lado tenemos a la cloroquina e hidroxicloroquina, medicamentos genéricos contra la malaria, mientras que la combinación Ritonavir/Liponavir sí tiene patente en 39 países de la farmacéutica Abbvie bajo el nombre comercial Kaletra.
Esta compañía anunció que podría renunciar a los derechos si se llega a comprobar su eficacia, tal y como informó Financial Times.
Consuelo Giménez, profesora titular de Enfermedades Tropicales y Salud Global de la Universidad de Alcalá (UAH), señala que las patentes son un derecho exclusivo que otorga cada Estado a los inventores, para que puedan explotar comercialmente sus invenciones por un tiempo determinado dentro de ese Estado de manera que, una vez venza el plazo de la patente, cualquiera la pueda reproducir libremente.
Esta exclusividad sobre una invención o tecnología suele ser un mecanismo para estimular la innovación. Sin embargo, Giménez cree que “hay límites” en este modelo.
“El derecho de patente de un particular no puede convertirse en un obstáculo que dificulte la atención de la emergencia”, aseveró.