A nivel nacional el déficit calórico golpea al 36.4% de la población: es decir, a cerca de cuatro de cada 10 peruanos, en datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). A raíz de la pandemia las cifras no han parado de incrementarse, lo que agrava aún más el panorama alimentario en un contexto donde un tercio de la ciudadanía es pobre porque no logra cubrir la canasta básica. Este indicador mide la cantidad de hogares que no logra ingerir las calorías necesarias ni adecuadas, de acuerdo con el investigador Javier Herrera.
“Desde 2015 comenzó a aumentar el déficit calórico, cuando se ubicaba cerca de 23.9%. Ya con la pandemia ha dado un salto del que no hemos regresado. Hay un contraste fuerte entre el ámbito urbano y rural. Miremos a Lima, que pasó de 29.9% al 40% actual”, detalló Herrera para Gestión.
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Aterricemos los números. Herrera señala que los elevados márgenes de pobreza, sobre todo en el espectro urbano, pone en jaque a la alimentación de los hogares. Recalcó que el 92% de los pobres extremos en el área urbana tiene déficit calórico, mientras que, en el rural, es de 84.6%; y en los hogares pobres no extremos de las ciudades, la tasa es del 68%.
¿Por qué es más severo el golpe en las áreas urbanas? “En los hogares rurales tienen el autoconsumo por la producción propia de sus hogares. En las áreas urbanas, no”, menciona.
No olvidar que en Lima Metropolitana con su tasa del 40%, refleja que 4 de cada 10 ciudadanos “está mal nutrido porque su alimentación no cubre los requerimientos nutricionales de los que depende su bienestar como persona; sea por cantidad, calidad o ambos”, resumió Federico Arnillas, presidente de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza.
Consecuencias de la mala alimentación
Arnillas subraya que los hogares se encuentran a merced de la mala alimentación e inseguridad alimentaria por la falta de recursos para la compra de alimentos, lo que se traduce en una mala estructuración de la dieta. Con la recesión e inflación elevada por casi dos años, fue más difícil subsistir.
“Otro factor es el hábito de higiene y salud. La calidad de la dieta se ve influenciada para la mala calidad del agua, en especial en zonas urbanas populares y rurales donde, incluso, no se accede al agua, y consumen agua con parásitos u otros componentes que dañan la salud”, sostuvo para Gestión.
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Los especialistas coinciden en que a mediano y largo plazo se pone en una especie de hipoteca la formación de los peruanos en un escenario crítico de seguridad alimentaria, que termina incidiendo en la actividad económica nacional.
“Todo repercute en las actividades diarias. Un niño mal alimentado tendrá un rendimiento menor. Si no toma un buen desayuno, ni almuerzo, se acumula incidencia severa en las capacidades productivas. Habrá una baja productividad no solamente por fallas de la organización sino también por el uso ineficiente de insumos y máquinas”, comentó Herrera.
Por su parte, Arnillas recalca que una persona mal nutrida “no tendrá fuerzas” para construirse, y advierte que el daño en la primera infancia es más difícil de recuperar que en otras etapas de la vida. La falta de actualización de programas sociales explica el crudo escenario.
Bono bimestral para hogares pobres extremos: ¿se dará?
La presidenta Dina Boluarte ofreció la entrega temporal de una “transferencia monetaria bimestral a hogares urbanos en pobreza extrema” para contribuir en su canasta alimentaria. Desde el anuncio dado en su mensaje a la nación de 28 de julio al cierre de esta nota, no hay luces al respecto.
Para Herrera la tendencia creciente a la mayor incidencia en déficit calórico y de anemia debió traducirse en acciones concretas del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), pero tampoco han cumplido con presentar su nuevo sistema de focalización urbano y rural; mucho menos en discutir las políticas públicas para mitigar el avance de la pobreza en las ciudades.
A criterio de Arnillas, no tenemos la oferta suficiente de programas que garanticen el desarrollo adecuado de las personas. “Hay una falta de conciencia de las necesidades básicas que atender. No ha habido cambios para mejorar estos programas. Como vemos (en referencia a Qali Warma) pasan momentos complicados que nos hablan de otro tipo de problemas e intereses”, dijo.
Periodista con más de 5 años de experiencia en la cobertura de coyuntura económica e informes especiales en prensa escrita y digital.
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