Ómicron está sumergiendo al Perú a su tercera ola de contagios, una situación que no se había visto con la variante delta. Con más de 12,000 casos reportados al día, el Gobierno ha incorporado a diez provincias más (ahora son 35) a nivel de alerta alto, con lo que las medidas sanitarias se han vuelto más estrictas. Además, los mayores de 50 años deberán presentar a partir del 23 de enero su carné que acredite haber recibido las tres dosis de la vacuna antiCOVID.
Todo ello, en medio de un dilema de si se debe replantear la estrategia sanitaria considerando que la nueva variante es menos peligrosa en los ya vacunados, pero con el poder de restringir la operatividad de varias actividades económicas. Comex Perú es uno de los gremios que ha solicitado expresamente hacer cambios a las medidas aplicadas, sin dejar de priorizar el avance de la vacunación.
Sin embargo, el panorama sobre lo que pueda pasar en esta tercera ola aún es incierto. Es la prueba de fuego para la actual gestión del Ministerio de Salud (Minsa). Al 6 de enero, tras las fiestas de fin de año, el número de contagios se incrementó en 300% y el de hospitalizados en 25% -de acuerdo al doctor Ernesto Gozzer de la Universidad Cayetano Heredia-, y aunque este porcentaje es bajo respecto a lo que pasó en el 2020 y 2021, el riesgo existe considerando que hay un 20% de la población sin vacunar, ya sea por motivos ideológicos o falta de información.
“Este grupo puede generar que en la próxima semana veamos un incremento de personas graves en camas UCI y una baja capacidad de respuesta hospitalaria (...) Se podrían revisar algunos aspectos de la estrategia sanitaria actual pero no abrir todo, hay que ser cautos”, señaló el epidemiólogo Percy Mayta a Gestión.pe.
De hecho, Mayta no descarta la posibilidad de que Lima y el Callao ingresen a una alerta muy alta si no se controla adecuadamente el nivel de contagios. En un escenario así, se proyecta hasta 10,000 muertos en Perú en esta tercera ola por ómicron, dijo. Tampoco se puede confiar en alcanzar una inmunidad de rebaño. Y es que según Gozzer, así se lograra, el virus sigue generando nuevas variantes.
Pequeños ajustes
1. Reducir el toque de queda: De acuerdo a Gozzer, los estudios actuales tienen posiciones mixtas respecto a si esta medida es efectiva. “Mi posición es que debería ser lo más tarde posible, incluso, en vez de tener toque de queda, restringir el horario de atención de los comercios que agrupen más gente, que cierren a las 11:00 p.m. -no las actividades esenciales- pero no impedir la circulación de personas porque en la calle, al aire libre, uno no se contagia; el transporte público también debe seguir transitando más tarde para no congestionarlos”, señaló.
Mayta coincide en parte con esta opinión, pues agrega que aunque hay cierta presión por liberar más actividades, “la situación más complicada podría iniciarse la próxima semana porque recién estamos empezando la ola. Lo peor es liberar aforos y que en febrero volvamos a una cuarentena estricta. Se deben tomar decisiones sobre cada semana”, anotó.
2. Descansos médicos de diez días a nivel nacional: En la víspera (miércoles), el Minsa dispuso reducir de 14 a 10 días el descanso médico de una persona que dé positivo a COVID-19, aunque la medida regirá desde este jueves solo en Lima y Callao. Frente a ello, Gozzer mencionó que debe extenderse a nivel nacional para evitar que se reduzca la fuerza laboral, incluidos los trabajadores del sistema hospitalario.
“Hay países que han actualizado esta medida porque se ha comprobado que la carga viral del ómicron dura menos tiempo en el organismo de una persona”, sostuvo.
Por su parte, Mayta exhortó a las entidades públicas y empresas privadas a seguir priorizando el trabajo remoto y ser más flexibles con los trabajadores positivos a COVID-19, para evitar que se incremente el número de infectados que puedan reducir la productividad.
3. Proactividad de gobiernos locales: Pero mientras la actual estrategia del Minsa ha logrado tener resultados positivos principalmente en la vacunación, preocupa la falta de articulación con los gobiernos locales: la fiscalización sobre si se cumple o no con las restricciones sanitarias es mínima.
Mayta indicó que “deben ser más exigentes con los locales y actividades económicas para que se respete el ingreso con el carnet de vacunación. Otro trabajo a realizar es que habiliten más espacios al aire libre para que los restaurantes instalen sus terrazas, los gimnasios puedan dar clases al aire libre. Hay parques cerrados cuando las personas necesitan más opciones para caminar y no estar en ambientes aglomerados”, anotó.
Las empresas, mencionó finalmente Gezzer, deben priorizar la buena circulación de aire pero evitar los registros sintomatológicos de las personas que ingresan. “Es una sobre carga y esa información la almacenas pero no sirve de nada. Suficiente que la persona informe que tiene algún síntoma para que se haga la prueba o se aísle”, señaló.