Las oficinas modernas de ambientes abiertos, donde laboran casi codo a codo, quizás vayan cediendo el paso a las oficinas personales de tipo cerrado. (Foto: Getty Images)
Las oficinas modernas de ambientes abiertos, donde laboran casi codo a codo, quizás vayan cediendo el paso a las oficinas personales de tipo cerrado. (Foto: Getty Images)

Por Armando Cavero

Por Armando Cavero, Managing Partner AIMS International Peru

La pandemia desatada por el Covid-19 está impactando nuestra vida diaria de maneras hasta hace poco inimaginables, redefine nuestra posibilidad de socialización y las costumbres más elementales como la cercanía, el apretón de manos o un amical beso en la mejilla al saludarnos y, como es lógico esperar, va a redefinir muchas cosas en el trabajo diario.

El teletrabajo será quizás la primera tendencia a apreciarse y a generalizarse al extremo; el uso de redes empresariales y sociales para teleconferencias, la transferencia electrónica de documentos con valor oficial y firmas electrónicas (ojalá se diga adiós a los inútiles sellos tan apreciados por la burocracia) y la revalorización de las experiencias más presentes en los baby boomers que en los millennials y generaciones posteriores, serán algunos conceptos que irán apareciendo en los análisis y predicciones por venir desde diversos ángulos.

Las oficinas tradicionales lujosas o no y plenas de colaboradores, máxime si son del tipo escritorios rotativos “primero en llegar-primero en sentarse” o las más modernas con personas ubicadas en ambientes abiertos evitando privilegios y donde laboran casi codo a codo, quizás vayan cediendo el paso a las oficinas personales de tipo cerrado, solamente aquellas imprescindibles de ubicar en la sede de la empresa, para evitar contacto y contagios, a la vez que cuanto antes ir pasando al trabajo desde casa con objetivos concretos factibles de supervisar siempre que se pueda.

Esta probable nueva realidad tendría impacto no solo en la hoy afectada continuidad del trabajo sino, en lo positivo, en el establecimiento de objetivos claros y concretos a nuestros colaboradores, en una mayor productividad, mayor satisfacción en el trabajo, menos contaminación por menos movilización hacia y desde las oficinas y una progresiva caída de la demanda por estas, hoy asumidas casi como imprescindibles, junto a muchos otros beneficios que no mencionaremos hoy.

El coworking ha sido una de las primeras tendencias en cuestionar el tradicional modelo físico y exclusivo de las oficinas, pero quizás hoy asistimos a una nueva y ulterior tendencia de teletrabajo que reta incluso al coworking, en cierta medida impulsado por el temor a la alta rotación de personas en un ambiente cerrado. Desde el lado de la tecnología, herramientas como Zoom, MS Teams y similares, a la par de las empresas que proveen equipos de telecomunicaciones orientados al teletrabajo pueden comenzar a florecer, a incrementar su valor y/o dar fruto a nuevos participantes en este mercado, con soluciones innovadoras que vengan “fuera de la caja” de los hoy líderes del sector.

Otro tema para considerar y por demás interesante desde un diferente punto de vista es la revaloración de los baby boomers como portadores de experiencias muy aplicables en momentos como este.

La experiencia en enfrentar y dar respuesta a factores retadores y súbitos, fuera de nuestro control como esta pandemia, guarda alguna analogía con las situaciones ya vividas (déjà vu) por los ejecutivos que en su momento enfrentaron exitosamente y a veces de un momento a otro, la hiperinflación, los controles de cambios, las licencias especiales, controles o prohibición de exportación e importación, las cuotas de moneda extranjera, la carencia de materias primas, toques de queda, terrorismo y tantos otros factores restrictivos y fuera de su control.

Puede comenzar entonces a llegar una revaloración de esta capacidad de análisis y respuesta a situaciones criticas e inesperadas propias de los baby boomers, de manera similar a la experimentada en el borde del Y2K, cuando los programadores e ingenieros de sistemas ya en el retiro fueron convocados en masa para corregir potenciales problemas de los sistemas informáticos que no habían anticipado el uso de cuatro dígitos para referirse al año correspondiente en sus códigos fuente, escritos en ya venerables lenguajes de programación.

Hay mucho espacio para anticipar nuevas tendencias en el trabajo fruto de la pandemia que hoy vivimos, pero puede ser más trascendente el incorporar conocimiento y experiencia como describo arriba, poniendo el foco tan de moda en la transformación digital en igual prioridad que en la experiencia en el manejo de factores exógenos inesperados, propia de aquella generación ejecutiva hasta hace poco considerada como la “anterior”.

Los directores profesionales, al ser en muchos casos baby boomers, en buena medida acumulan estas experiencias por lo que su voz independiente y experta tendrá especial peso en las sesiones del colegiado, siendo su inclusión en el mismo cada vez más apreciada y determinante. En una situación como la actual, la separación de funciones entre la plana ejecutiva y el directorio quizás sea modulada y más permeable, aunque siempre se evite, como corresponde, la asunción de funciones ejecutivas de última instancia por parte del directorio.

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