Escribe: César Antúnez de Mayolo, profesor de Pacífico Business School.
Tu equipo solía tener un buen clima laboral, pero últimamente este ha empeorado notablemente. Hace unos meses contrataron a un nuevo colaborador, quien claramente no está a gusto en la organización y “contagia” su animadversión hacia la empresa a sus compañeros de trabajo. Con comentarios como “yo solo vengo aquí por mi sueldo”, “en mi anterior trabajo, daban más oportunidades a la gente”, “esto no va a funcionar” o “los jefes acá no tienen la preparación necesaria”, entorpece no solo el trabajo cotidiano, sino también el relacionado a iniciativas de la empresa que busquen cambios. Percibes cómo es que algunas personas antes identificadas con la empresa, muestran ahora una actitud neutra o mala, enfocándose más en el lado negativo de las cosas.
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¿Por qué un empleado con mala actitud influye más en otros que un otro empleado con buena actitud?
Cuidando el barril
La metáfora de las manzanas podridas se originó en la Inglaterra del siglo XIV, como una advertencia de que la influencia corruptora de una persona contaminada o pecadora en un grupo, puede “malograr el barril”, teniendo como evidencia científica que un hongo se propaga rápidamente desde una fruta podrida hacia otras.
En un estudio con 50 equipos de áreas productivas realizado por Terence Michael de la Universidad de Washington, se descubrió que aquellos equipos que tenían un solo miembro con comportamiento tóxico o irresponsable, mostraban mucho peor desempeño que el resto de equipos.
Toxicidad laboral
Un empleado tóxico es aquel que se comporta de manera dañina hacia la organización, afectando no solo sus activos sino también a su gente, deteriorando la moral de otros empleados, con implicancias en la rotación laboral, gastos en entrenamiento, deterioro del clima laboral y reducción de la productividad.
Un estudio realizado por Harvard Business School en el 2015 con 60,000 empleados en 11 empresas descubrió que solo por efectos de rotación laboral, mientras un empleado con desempeño excepcional le ahorra a la empresa más de $5,300 al año, uno tóxico le genera gastos de $12,500.
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Alineando comportamientos
Los colaboradores “tóxicos” suelen estar obsesionados consigo mismos, creyéndose especiales y superiores al resto, manipulando a sus compañeros y buscando que desconfíen de la empresa y sus líderes. Sin embargo, como a veces suelen ser trabajadores con mejor desempeño que otros, permanecen más tiempo en la empresa.
Antes de que puedan “contaminar” a todo el equipo, los jefes deben de aprender a lidiar con aquellos empleados que despotrican de la empresa, pues son como el cáncer, que se propaga a través de toda la organización. La principal responsabilidad de un líder es desarrollar a las personas a su cargo y si se encuentra con una que a pesar de recibir apoyo y ultimátums sigue contaminando al equipo, habrá que optar prescindir del “petardista social”, por el bien del equipo y la empresa.
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