Stephani Maita Economista de Macroconsult
En los últimos años el sector agrícola creció de forma constante, impulsado por el favorable desempeño tanto del subsector agroexportador como el de la agricultura extensiva, que destina casi la totalidad de su producción al mercado interno. El 2022 no fue la excepción, dicho año la campaña agrícola 2021/2022 inició con un incremento considerable de las áreas sembradas a nivel nacional y, a pesar de la subida importante de los precios de los fertilizantes durante el primer semestre del año, la campaña concluyó en julio de este año, en términos generales, de forma satisfactoria. Salvo algunos productos puntuales, la producción agrícola creció de forma importante respecto de la producción promedio de los últimos cinco años, en especial en productos destinados al mercado interno tales como el maíz (+11.6%), la papa (+11.4%) y la zanahoria (+10.6%).
En contraste, el panorama para la campaña 2022/2023 parece menos favorable. Para empezar, según datos del Ministerio de Agricultura y Riego (Midagri), la campaña iniciada en agosto de este año empezó con una caída de las áreas sembradas. Así, por ejemplo, algunos de los productos más afectados fueron el arroz, el tomate y el maíz, los cuales registraron una caía de 26.5%, 30.2% y 11.3% respectivamente. Si bien según la Encuesta Nacional Agropecuaria del 2019 (ENA 2019) un porcentaje reducido de agricultores hace uso de fertilizantes, los elevados precios de estos insumos podrían haber influido en las decisiones de siembra de aquellos productos intensivos en su uso, tales como el maíz, el arroz y el zapallo (para los cuales los fertilizantes representan hasta el 30% del costo de producción según la ENA 2019).
Además de ello, el sector enfrenta desde hace unos meses una de las sequías más intensas de los últimos años. Según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) el país ha visto desde poco antes del mes de agosto un déficit de lluvias a nivel nacional, siendo la zona centro-sur la más afectada, la cual registró en dicho periodo un clima extremadamente seco en comparación a la media histórica de precipitaciones. El retraso en las lluvias, generado por el aire seco y frío proveniente del Pacífico (originado por La Niña costera), combinado con bajas temperaturas, podría generar retrasos en el proceso de maduración y, por tanto, en las cosechas de algunos de los principales productos de consumo interno, tales como el maíz, la papa, la cebolla y el arroz.
La mayor vulnerabilidad de estos productos responde principalmente en la estacionalidad de su producción, pues es durante los meses de agosto y setiembre que inicia la campaña. De estos primeros meses de siembra depende el buen desempeño de la producción de una amplia variedad de productos, especialmente de aquellos que requieren de un mayor tiempo de maduración como la papa, el maíz, entre otros.
En esa línea, debido al menor dinamismo del subsector agroexportador producto de la desaceleración de los principales socios comerciales del país, así como por la menor área sembrada registrada por la agricultura extensiva y las dificultades climatológicas descritas anteriormente, se espera que el sector se contraiga levemente hacia el 2023 con un -1.6%, influenciado también por una alta base de comparación. Por otro lado, si bien no se espera que los aún elevados precios de los fertilizantes generen impactos importantes en la agricultura de exportación, estos sí podrían generar dificultades en los ciclos de siembra de algunos productos de la agricultura extensiva de retornar las tensiones en el mercado de fertilizantes, lo que pondría mayores presiones sobre los precios de estos productos y por consiguiente en la inflación.