Escriben: Daniela Santander Alva y Martín Guembes Luyo, analistas de Videnza.
Las líneas de transmisión eléctrica constituyen la columna vertebral de los sistemas de energía, pues facilitan el transporte de energía desde las centrales de generación hacia las zonas de consumo final. Su objetivo principal es garantizar un transporte eficiente y estable de la energía. Sin embargo, en los últimos años, diversos países de la región han enfrentado desafíos significativos en la gestión de estas infraestructuras. La creciente demanda energética, la falta de actualización oportuna y la planificación inadecuada de la transmisión han puesto en manifiesto las limitaciones del sistema que han conducido a problemas como fallos en el sistema, pérdidas económicas y congestión en la red.
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En Chile, la disparidad geográfica entre la ubicación de sus plantas generadoras, predominantes en el norte, y la demanda concentrada en el centro y sur generan desafíos significativos en su red de transmisión. Este desequilibrio origina cuellos de botella en el sistema de transmisión, que afectan la capacidad de respuesta del sistema ante el aumento inminente de la demanda. Además, la topografía del país genera aún más complejidad en el transporte de la energía a grandes distancias. Sumado a ello, los problemas de regulación y planificación, complican aún más la situación, afectando la eficiencia y el desarrollo de nuevas infraestructuras.
Por otro lado, Ecuador enfrenta una situación distinta pero igualmente preocupante. En este caso, los desafíos en la transmisión de energía se vinculan a la subinversión y el mantenimiento insuficiente del sistema. Estos hechos han generado congestión en las líneas de transmisión, grandes pérdidas de energía y frecuentes apagones, lo que afecta tanto a los hogares como a sectores industriales.
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En el Perú, la situación es diferente, pero no está exenta de riesgos. Aunque actualmente no se observan problemas significativos de congestión en las líneas de transmisión, los expertos afirman que el sistema podría ser vulnerable ante el inminente crecimiento de la demanda en los próximos años. Según el Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES), se proyecta que la demanda de energía se incremente en un 25% para el año 2030 respecto al 2023, alcanzando una demanda de 72 mil GWh. Esto indica que, sin las inversiones adecuadas en infraestructura, el sistema podría enfrentar dificultades para satisfacer la demanda futura.
A pesar de que parece haber tiempo para prepararse, los retrasos en los procesos de licitación gestionados por Proinversión, la agencia encargada de promover la inversión privada en infraestructura, representan un riesgo importante. El tiempo que transcurre desde la aprobación del proyecto hasta la licitación efectiva es considerable, lo que retrasa la implementación de mejoras y expansiones críticas en las líneas de transmisión. Actualmente, según expertos consultados, un proyecto de gran evergadura puede demorar hasta 6 años desde su formulación hasta su puesta en operación.
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¿Cuántos proyectos de transmisión eléctrica hay?
Al primer semestre del año, Perú cuenta con 45 proyectos de líneas de transmisión, 30 en fase de estudio y 15 en construcción. De estos, 19 están retrasados, con 6 en fase de construcción y 13 en etapa de estudios, lo que evidencia dificultades para avanzar a tiempo en la implementación de la infraestructura necesaria. A pesar de que 22 proyectos se encuentran en curso, solo 8 han llegado a la fase de construcción efectiva, lo que podría ralentizar el desarrollo de la red eléctrica. Además, 4 proyectos están paralizados, lo que representa una preocupación adicional.
En cuanto a la longitud de las líneas, se estima que los proyectos abarcan un total de 3,557 kilómetros, de los cuales 835 km corresponden a proyectos atrasados, 2,332 km están en curso, y 390 km permanecen paralizados. La mayor parte de la infraestructura se encuentra en fase de estudios, lo que resalta la necesidad de acelerar los procesos de construcción para evitar mayores retrasos en la expansión de las líneas de transmisión.
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Adicional a lo anterior, un aspecto clave que se debe considerar en la planificación del sistema es el papel que jugarán las fuentes renovables no convencionales. Estas, por su naturaleza intermitente, presentan desafíos adicionales. Para que se integren de manera eficiente en el sistema, es necesario que las líneas de transmisión y las subestaciones estén preparadas para manejar volúmenes de energía fluctuante. Además, sin la implementación oportuna de servicios complementarios, como almacenamiento de energía y sistemas de respuesta rápida, el aumento de estas energías podría agravar distorsiones en el Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN).
Para asegurar un futuro energético sostenible resulta importante que se lleven a cabo inversiones estratégicas en la modernización y expansión de las redes de transmisión de electricidad en la región. Estas inversiones no solo deben enfocarse en aumentar la capacidad de las líneas, sino también en integrar nuevas tecnologías. Asimismo, es imperativo que se agilicen los procesos de licitación y mejore la regulación para asegurar que los proyectos se integren de manera oportuna al sistema.
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