El turismo receptivo habría caído 54%. (Foto: GEC)
El turismo receptivo habría caído 54%. (Foto: GEC)

Exministro de Economía y Finanzas

La decisión de la empresa Latam de someterse a un proceso de reestructuración y los recientes anuncios del Gobierno de lanzar medidas para reactivar el turismo (previéndose pérdidas por alrededor de US$ 5.800 millones) confirman que este será uno de los sectores más golpeados por la crisis, estando en riesgo 1.4 millones de puestos de trabajo. De acuerdo al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, entre enero y mayo de este año, el turismo receptivo habría caído en 54%, anticipándose una contracción anual de 70% (reducción de 3 millones de turistas). Por su parte, el turismo interno disminuiría en 42%.

Es evidente la necesidad de lanzar mayores salvavidas que soporten la iliquidez del sector ante la paralización del flujo de viajeros por el cierre de fronteras y la contracción de la demanda internacional. Sin embargo, el hecho de que 84% de las empresas que proveen servicios turísticos sean informales y que la demanda se mantendrá deprimida por un periodo prolongado e incierto, limitan la efectividad de las medidas de apoyo estatal y no lograrán evitar la quiebra de un número significativo de empresas que operan en el sector.

Según la Organización Mundial del Turismo, la recuperación del turismo internacional podría tardar entre tres y cinco años, como mínimo. Esta realidad obliga a plantear una transformación profunda del turismo ante la nueva normalidad poscovid-19.

A la fecha, el Gobierno ha dictado principalmente medidas de corte transversal. En materia de liquidez, el programa Reactiva Perú ha colocado poco más de 10% de su primera fase en el sector de hotelería y no se prevé una demanda significativa en el segundo tramo del programa, por el mayor nivel de riesgo de insolvencia que las entidades financieras no estarían dispuestas a asumir. El soporte específico al sector turismo se ha restringido a un fondo para apoyar la actividad artesanal y la adopción de un régimen temporal de depreciación acelerada del impuesto a la renta para los establecimientos de hospedaje, agencias de viajes y turismo, restaurantes, entre otros.

Encadenamientos e informalidad li­mitan impacto de medidas de apoyo

Si bien habría espacio para ampliar subsidios a la planilla o flexibilizar aún más la carga impositiva, el impacto de estas medidas será limitado por la propia naturaleza del sector. En primer lugar, la alta heterogeneidad del turismo y sus encadenamientos, abarcando desde empresas multinacionales de transporte aeronáutico y grandes cadenas hoteleras hasta cerca de 100 mil mypes de servicios, dificultan la efectividad de las medidas de apoyo. Por ejemplo, ante el ineludible redimensionamiento de las operaciones de las principales aerolíneas será inevitable la consolidación de los servicios turísticos de las principales atracciones.

Al haber gran incertidumbre sobre cuánto tardará la recuperación de demanda, no sería conveniente aumentar el nivel de endeudamiento a un sector que tiene seriamente comprometida su capacidad de pago. Sin embargo, según el Banco Mundial, uno de los principales limitantes para acceder a un mayor apoyo público es la alta informalidad de algunos subsectores, especialmente de restaurantes (79%) y la prevalencia de trabajadores independientes informales (730 mil).

Agenda futura: reconversión, nueva normalidad y formalización

El sector turismo deberá optar por identificar nuevas líneas de negocio. Esto complementará las acciones que la mayoría de las empresas está realizando en materia de reducción de costos, diferimiento de inversiones y desarrollo de protocolos de bioseguridad. Por ejemplo, en el caso específico del subsector hotelero en Lima y las principales ciudades, sus características le permiten tener mayores opciones para reconvertir su giro de negocio, al menos temporalmente, y contemplar distintas opciones. Esta reconversión exigirá modificaciones legales en materia de licencias, permisos y habilitaciones, especialmente a nivel de los gobiernos locales.

En tanto se transite gradualmente a una nueva normalidad sanitaria, lo primero que se reactivará será el turismo interno en función de la recuperación de la demanda interna. En materia de turismo receptivo, se deberá desarrollar un plan de recuperación que potencie una mayor inteligencia de mercado, identifique nuevos segmentos de demanda, plantee estrategias de gestión del riesgo (incluyendo los potenciales riesgos sanitarios) y establezca marcos de protección al consumidor dirigidos a restaurar la confianza.

Finalmente, se deberá adoptar una estrategia de formalización que podría seguir el molde de la Ley de Promoción Agraria, cuya vigencia fue recientemente prorrogada. Hay amplia evidencia que concluye que el despegue agroexportador respondió, en parte, a la existencia de un régimen laboral especial que permitió la contratación de trabajadores a plazo determinado con mayor flexibilidad, adecuándose a la estacionalidad de la actividad agrícola, y coadyuvando a un incremento de 80% del empleo formal agrícola en la costa en los últimos quince años. Atributos de este régimen podrían ser replicados para lograr una mayor formalización del turismo, al tener características similares de estacionalidad, por ejemplo.

La pandemia ha puesto al turismo en el Perú, y el mundo, en estado de coma. Su recuperación exigirá que se replanteen los modelos de negocios y se reinvente el sector. Para lograr este objetivo, la cúpula empresarial privada deberá tomar mayor conciencia de que cualquier medida de soporte será insuficiente por la magnitud de la crisis. Por su parte, el Gobierno deberá apostar por medidas más audaces mirando el mediano plazo, y quizás debiera evaluar solicitar facultades legislativas con el objetivo de asegurar la sostenibilidad del sector.