Escribe: Claudia Alfaro, cofundadora de Kaudal.
Desde hace mucho se dice que la Inteligencia Artificial (IA) llegó para ayudarnos a automatizar nuestro trabajo y poder ser más productivos. Por eso, cuando muchos líderes piensan en IA, lo relacionan directamente con expertise tecnológico y velocidad. Pero, en realidad, se basa más en que las personas tengan la mentalidad adecuada y el ambiente de trabajo correcto para permitir una adecuada colaboración humano-máquina y alcanzar el verdadero potencial del uso de estas herramientas.
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A mí parecer, estos son los problemas básicos por los que la adopción de nuevas tecnologías no está teniendo el impacto esperado:
Falta de un verdadero entendimiento del liderazgo. Los altos mandos piden su uso, pero suelen relacionarlo a los grandes proyectos quizás, y no al día a día. Y lo peor, es que en el caso de los mandos medios, es igual; piensan que es un tema que debería ver el área de tecnología, y que les llegará algún producto hecho. Es por ello que no le ven ningún beneficio a experimentar con estas herramientas, y por ende no es un objetivo para su equipo.
Las empresas se toman mucho tiempo en pensar cómo usarla. Incluso los planes pilotos pueden tomar meses solo para tener una primera idea de cómo se quiere utilizar. Hay muchas reuniones y conversaciones, pero pocas implementaciones y aprendizajes reales.
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Contenerla y conservar el control. Dado que no se sabe cómo usarla, o para qué, las áreas de tecnología suelen tratar de contener el uso por parte de los usuarios. Esto suele pasar también con las herramientas no-code con las que ya cuentan, dado que quieren evitar la falta de gobernabilidad y la proliferación de productos, que quizás se pueden repetir.
No existe una estrategia clara de adopción. Cuando se trata de herramientas tecnológicas, es importante saber que no solo se trata de “tecnología”, se trata de “mentalidad”, dado que son las personas las que utilizan la tecnología para hacer mejor su trabajo. Un error común es dejar que el área de tecnología se encargue solo de estos temas.
Más allá de los proyectos grandes con nuevas tecnologías, creo que las empresas están dejando de lado el potencial que tiene el uso de estas herramientas en aumentar la productividad de sus colaboradores. Por ello, dejo algunas sugerencias para abordar estos problemas:
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Empezar con planes, pero descubrir rápido en la cancha. Es muy difícil saber de antemano cómo beneficiará específicamente esta tecnología a las distintas áreas o productos de la empresa. Está bien que se quiera tener un gran proyecto de IA, pero también se debe pensar en cómo la IA puede mejorar el uso de las herramientas de productividad y ayudar al negocio. Y si aún no se sabe en qué, pues hay que dejar que los colaboradores guíen el camino, experimenten y así poder obtener aprendizajes rápidos. Los mejores diseñadores siempre serán los que entienden el problema a la perfección.
Tener un norte claro es mejor que tener un manual de instrucciones. El miedo a liberar herramientas de IA o de no-code, y que más personas de la organización creen sus propios productos y procesos digitales, a veces frena a muchos líderes. Quieren tener la certeza de cómo se va a usar y para qué, antes de soltarlo. En la actualidad, hay que aprender a abrazar la incertidumbre, porque si esperamos a saber cómo vamos a usar algo exactamente, vamos a llegar muy tarde. No esperemos a tener la lista de lineamientos de la organización para el uso de estas herramientas, o inclusive los proyectos mandatorios. Vayamos haciéndola en el camino, mientras se experimenta. De esta manera estaremos más abiertos a que aparezcan inclusive cosas o tareas que no se tenían mapeadas.
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Los mandos medios son clave para la adopción. Las personas que más provecho le sacarán a estas herramientas para aumentar su productividad, son los analistas, asistentes, practicantes, y toda aquella persona a la que normalmente le dejan el trabajo más operativo. Pero para que estas personas estén comprometidas y motivadas, es clave que sus líderes también lo estén. Si se logra un verdadero entendimiento de cómo estas herramientas podrían ayudar directamente a sus áreas, los líderes serán los primeros en encargarse de que esta estrategia funcione.
Crear una estrategia de adopción, no solo de despliegue de proyectos. Hay que recordar que las herramientas son utilizadas por personas, y si es que ellas no cambian su pensamiento sobre cómo usarlas en el trabajo, de nada servirá comprar o tener la mejor tecnología. Es por ello que es importante que así sea el área de tecnología, innovación o transformación quien se encargue de desplegar estos proyectos, es importante que vaya de la mano con el área de Gestión de Talento, porque involucra un cambio en la forma en que se trabaja, y en la cultura de la organización.
Finalmente, el mensaje que quiero dejar es que en el contexto empresarial en el que vivimos “es mejor hecho que perfecto”, porque siempre podemos delinear nuestra cancha de acción y pulir los resultados en el camino.
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