Al gobierno de Pedro Castillo le ha tocado enfrentar una coyuntura económica peculiar. Por un lado, una economía en veloz recuperación, luego de la recesión producida por el COVID-19, y un entorno de precios internacionales de los metales muy favorables, que han permitido una recaudación fiscal récord. Por otro lado, un mercado laboral con mayor precarización del empleo y altas tasas de inflación, explicadas por la depreciación del tipo de cambio y los constantes shocks de oferta a nivel mundial.