Director de Políticas Públicas para América Latina, GSMA
El 5G no será una generación más en la evolución de las redes móviles. Tiene el potencial de ser un activo estratégico para el aumento de la productividad y abrir las puertas a la verdadera cuarta revolución industrial. Por eso, las fake news sobre 5G que circulan en redes sociales no solo amenazan la tranquilidad de la sociedad, en un momento de suficiente preocupación. No solo atentan contra la infraestructura digital, herramienta vital para continuar trabajando, educándonos y relacionándonos con nuestros seres queridos en tiempos de distanciamiento social. Estos rumores ponen también en riesgo la capacidad de las economías de recuperarse de la recesión causada por el COVID-19, un riesgo que América Latina no puede darse el lujo de correr. Por lo tanto, es necesario combatir la desinformación.
La versión más radicalizada de las teorías afirma que las antenas 5G son una vía de transmisión del COVID-19. Esto es falso y físicamente imposible. Un virus es materia y las redes móviles no pueden transportar materia. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desmentido categóricamente este mito, explicando que “los virus no se desplazan por las ondas electromagnéticas ni las redes de telefonía móvil”. Agrega que “el COVID-19 se está propagando en numerosos países en los que no existe una red 5G”, un argumento particularmente relevante en América Latina donde aún no hay redes comerciales 5G. La Comisión Interamericana de Telecomunicaciones (CITEL) dependiente de la Organización de los Estados Americanos, así como la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) dependiente de las Naciones Unidas, también se han pronunciado desmitificando la teoría que vincula al 5G con la propagación del COVID-19.
Otra versión sugiere que, debido a las emisiones, el 5G debilita el sistema inmunológico de las personas, volviéndolas más vulnerables a contraer el COVID-19 y otras enfermedades. Aquí entra en escena el debate de los efectos sobre la salud derivados de la exposición a los campos electromagnéticos que ha estado presente con cada generación móvil. Las tecnologías móviles funcionan de acuerdo con directrices internacionales que establecen límites seguros para la exposición de las personas a señales radioeléctricas, elaborados por la Comisión Internacional sobre la Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP, por sus siglas en inglés), una organización no gubernamental independiente. Las directrices de ICNIRP, originalmente publicadas en 1998, fueron actualizadas en 2020 y la revisión incluyó a todas las frecuencias utilizadas para las comunicaciones móviles, incluidas las de 5G. La OMS ha concluido que la exposición por debajo de los límites recomendados en estas directrices no tiene consecuencia negativa conocida sobre la salud de las personas, incluidos los niños y adultos mayores.
Sabemos que la pandemia traerá desafíos económicos, en especial para América Latina. El 5G, y las redes móviles en general, pueden ser aliados en la reactivación productiva de nuestros países. Debemos cuidar la infraestructura de telecomunicaciones y a los técnicos y operadores que día a día salen de sus casas para que la comunidad pueda seguir conectada. En tiempos de incertidumbre, es importante confiar en los hechos y en la evidencia científica. Desde la GSMA, alentamos a las personas a buscar y compartir datos de fuentes confiables, y seguiremos trabajando junto con la industria móvil y el gobierno de Perú para combatir la desinformación.