Economista
De un primer análisis de la limitada información disponible sobre el presupuesto 2022 -aún no aprobado por el Congreso de la República-, emergen dos prioridades. Por un lado, la vacunación y respuesta al covid-19; y por el otro, el incremento salarial del personal nombrado.
Preocupa la información que ha presentado el Ministerio de Salud sobre la reducción en 2022 de S/ 238 millones en el financiamiento de los programas presupuestales, en particular del programa de TBC-HIV, y afectando también a los programas de prevención y control de cáncer, enfermedades no transmisibles y otros. Urge más información sobre este tema, y una garantía que las prioridades de salud pública no verán reducidos sus recursos, lo que sería un grave error.
En esta columna propuse que, en los primeros 100 días de gobierno, el Minsa y el MEF concordaran, para el actual período presidencial, incrementar el financiamiento público en 1 por ciento del PBI, en forma explícita y exclusiva para la atención primaria de salud. Asimismo, que acordaran un plan multianual de financiamiento de las prioridades de salud pública y atención primaria. Esto no ha ocurrido.
Queda pendiente la definición de la ruta de la ampliación de la atención primaria y las metas propuestas. Una estimación preliminar de la brecha de inversión en establecimientos de salud de primer nivel muestra que en principio no existe insuficiencia de centros de salud de nivel I-3 y 1-4, considerando en conjunto los del Minsa, gobiernos regionales y Essalud. Cabe anotar que el 91% de estos establecimientos son del Minsa y gobiernos regionales. Esto es una buena noticia, no se necesitan en principio muchos proyectos de inversión que suelen tomar tiempos prolongados en ser formulados, aprobados e implementados.
Sin embargo, sí son problema la capacidad resolutiva y el nivel de calidad de muchos de estos establecimientos. Asumiendo que la mitad requiere ser rehabilitados/ optimizados, serían 540 establecimientos con necesidad de intervención. Es necesario “poner a punto” estos establecimientos y dotarlos del personal y sistemas necesarios, de manera que se asegure un nivel de calidad de servicio aceptable.
El Minsa debe jugar un rol de conducción fundamental, para marcar las prioridades y las reglas de asignación de los recursos a gobiernos regionales. El orden de prelación de los establecimientos a ser intervenidos debe ser consensuado entre el nivel regional y el local, con la facilitación del Minsa, estableciéndose mecanismos de coordinación y alineamiento de la inversión en salud.
En la perspectiva de la unificación del sistema, estos servicios, integrados en redes, deben ser capaces de cumplir con estándares de calidad del servicio aceptables tanto para los asegurados del SIS como de Essalud y deben servir de efectivos canales de entrada del asegurado público al sistema de atención de salud. Una medida fundamental para asegurar que los niveles de calidad de servicios sean equivalentes entre los prestadores de diversos subsectores es la implementación del sistema de acreditación de los servicios de salud que quedó trunca con el Decreto Legislativo 1289 y que establecía un conjunto de estándares de calidad de carácter obligatorio.
Ciertamente, para asegurar la estandarización de la atención entre los asegurados SIS y Essalud es indispensable una asignación per cápita unificada para asegurados públicos, condición sine qua non para la unificación de sistema de salud .