Mónica Acosta
Líder de Marsh Risk Consulting Perú
Si algo hemos aprendido durante estos últimos meses, es el significado de la palabra RESILIENCIA y la importancia de construirla a través de la gestión integral de riesgos, contemplando los llamados riesgos emergentes.
De hecho, lo que se ha ido evidenciado a lo largo de estos meses, es que la clave para que algunas organizaciones hayan respondido mejor que otras ante la crisis generada por la PANDEMIA, es precisamente haber contado con un esquema formalizado de Gestión de Riesgos; y que, a pesar de no haber contemplado el riesgo de pandemia como uno de los críticos desde el inicio, esta gestión formal les ha permitido robustecer esa capacidad de resiliencia, capitalizar los programas de tratamiento de riesgos que ya se tenían implementados, contener y monitorear adecuadamente los demás riesgos ya conocidos y para lo cual estaban preparados; y así poder enfocarse en este riesgo emergente, llamado Pandemia.
Según el Informe “Perspectiva de riesgos del COVID-19: Mapeo preliminar y sus implicaciones” publicado por la WEF y MMC en mayo 2020, hoy las empresas enfrentan principalmente desafíos de recesión, aumento de quiebras/bancarrotas, ciberataques y fraudes (riesgos en auge y a la orden del día), una incapacidad de las industrias y sectores para una correcta recuperación y finalmente y no menos importante, la interrupción de las cadenas de suministro globales. Estos cinco riesgos han sido calificados por 350 ejecutivos seniors de riesgos como los riesgos más críticos a tener en consideración por los próximos 18 meses.
Y ante este panorama que se avizora con un alto nivel de incertidumbre, muchas empresas se preguntan cómo deben actuar y con qué herramientas podrían contar.
Los psicólogos sugieren 3 acciones para enfrentar la incertidumbre, podemos batallar en contra de lo que ocurre, podemos resignarnos o bien aceptarlo. Asimismo, también nos sugieren que el modo más saludable de vivir la incertidumbre es aceptarla.
La toma de decisiones basadas en la gestión de sus riesgos empodera a las organizaciones. Una implementación de una Gestión integral de Riesgos permite a través de diferentes etapas lo siguiente:
• Una definición de contexto bajo escenarios a corto y mediano plazo,
• Una correcta identificación de riesgos, donde se tenga la percepción de aquellos que podrían ser emergentes ante uno u otro escenario y contexto,
• Una metodología cualitativa y cuantitativa, si fuera posible, que permita una evaluación de los mismos incorporando indicadores basados en analíticas, los cuales nutran el sistema de toma de decisión de las organizaciones y así poder modelar escenarios en tiempo real o en el tiempo definido para el contexto bajo el cual se esté.
• Un tratamiento de los riesgos adecuados, pero sobre todo oportuno.
• Un proceso de mejora constante, que permita una adaptación oportuna a los cambios internos y externos que se vayan presentando.
Aceptar la incertidumbre en estos momentos, invita a las organizaciones a tomar acción frente a ella y es aquí donde la implementación de una Gestión integral de Riesgos sólida cobra vital relevancia ya que permitirá a la organización dirigirla con relación a dicha incertidumbre sobre el cumplimiento de sus objetivos.