Profesora de la U. Pacífico Business School
“Esta tercera ola no la vamos a enfrentar con clases presenciales”, así de contundente fue el premier Bellido en su entrevista con Mónica Delta el 15 de agosto. Lo preocupante no fue su determinación en dejar un año más sin educación presencial a nuestros niños, lo realmente inquietante fue que la frase no fue sucedida con un “pero tenemos un plan de apoyo a nuestros escolares”.
Evidentemente, el cierre reduce a cero el riesgo de contagio dentro de los centros educativos, pero esa es una solución tan simple que resulta insensata, máxime cuando observamos los gimnasios, tragamonedas, restaurantes y centros comerciales operando hace meses y niños contagiados en reuniones sociales, transporte público y espacios comerciales. El 23 de agosto, Mónica Delta arrancó un titubeante “semipresenciales sí este año” al ministro de Educación, Juan Cadillo.
El cometido de un gobierno es desarrollar estrategias, políticas y planes de trabajo que mejoren la calidad de vida de su población. Toda decisión que conlleve impactos negativos debe ir acompañada de un plan de mitigación que palie sus consecuencias. Recordemos que las escuelas son un lugar de socialización y desarrollo emocional e, incluso, un oasis donde evadir por unas horas a los menores de hogares con entornos familiares duros o, incluso, violentos.
Las vacuas e imprecisas explicaciones del ministro ignoran de manera indolente la realidad de una gran parte de la población. Un reciente estudio epidemiológico sobre salud mental infantil, elaborado por el INSM, afirma que el 29% de los pequeños de 6 a 11 años presenta problemas para conciliar el sueño, y el 39% de los padres indica que sus hijos se despiertan cansados. Respecto a los adolescentes, un metaanálisis de la Universidad de Calgary basado en 29 estudios diferentes a nivel mundial, revela que sus problemas de salud mental se han duplicado. Y no olvidemos a las familias, sobre las que Unicef ha publicado en junio: “La mitad de los padres o cuidadores en el Perú sufre de ansiedad, depresión o estrés debido a la pandemia”.
En definitiva, y siguiendo los lineamientos del informe de Unicef “Notas de orientación sobre la reapertura de escuelas en el contexto del covid-19 para los ministerios de educación en América Latina”, insto a este gabinete, que se erige como el gobierno de los maestros, a desarrollar con urgencia un plan de trabajo integral que incluya no solo la vacunación inmediata de los profesores, sino un programa nacional de salud mental infantil, la implementación de los protocolos para la reapertura de escuelas, el acceso a Internet para todos, la capacitación en educación semipresencial a los docentes y el apoyo a los cuidadores.
Pasemos a la acción.