Todas las inversiones son absolutamente necesarias, pero hay tres sectores -y lo planteamos en Propuestas del Bicentenario- que, creemos, son fundamentales porque no solo mueven el crecimiento potencial en el corto plazo, sino en el mediano plazo.
El primero es infraestructura. Se ha visto que la modalidad de Gobierno a Gobierno es útil, hay que utilizarla; y en la gestión de María Antonieta Alva se creó esta figura de los proyectos especiales de inversión pública que les daba cierta capacidad de flexibilizar algunos elementos de la ley de compras y otras normas, hay que seguir con esto. Por el lado privado, la cartera de concesiones de ProInversión ha caído, probablemente esto responda a esta crisis institucional por los casos de corrupción en el país, pero sin duda hay temas de reingeniería, de procesos, para que haya menos superposición como comentaba anteriormente, lo que debe abordarse.
Luego, el sector de minería es absolutamente clave en nuestro país. De la cartera de US$ 50,000 millones que hay, el gran tema es cómo manejar los conflictos sociales. Hay proyectos que ya tienen los permisos, han cumplido las formalidades ambientales, pero no obstante son proyectos que son susceptibles de ser parados.
El último sector es el de vivienda, clave para generar empleo. Es uno de los que tiene los mayores multiplicadores en el sector de construcción. Tenemos brechas importantes, no solo vivienda para la clase media, sino vivienda social donde tenemos que 10% de los hogares no tienen viviendas dignas; y de los que tienen viviendas, el 90% de la expansión del sector vivienda ha sido por la informalidad.
Para mí el riesgo principal es político. Si uno ve las encuestas, más allá de quién vaya a gobernar, se presentaría un Congreso más fragmentado aún, donde construir alianzas, acuerdos mínimos va a ser muy complejo. Estamos en un momento en el cual no solo dependemos del liderazgo de un presidente, sino que haya un mínimo de coherencia entre los distintos actores que ahora tienen mayor poder de decisión en el país.