Asociada senior del Estudio Echecopar, asociado a Baker & McKenzie International
El pasado 18 de septiembre se conmemoró el día internacional de la igualdad salarial. Con ocasión de este día, diferentes expertos recordaron que aún hoy en día, en el Perú, las mujeres ganan, en promedio, 26.50 % menos que sus pares hombres. Vale decir, por cada S/100.00 que recibe un hombre, una mujer recibe solo S/73.50.
Existe la creencia extendida de que la brecha salarial por género obedece enteramente a circunstancias específicas o decisiones individuales de las trabajadoras, tales como su -supuesto- menor grado de instrucción en comparación con sus pares hombres, la elección de esquemas de trabajo flexibles o jornadas reducidas, entre otros. Sin embargo, diferentes estudios han probado que esto no solo es falso, sino que oscurece las verdaderas causas de este fenómeno, dificultando la discusión y adopción de medidas para su eliminación.
En efecto, respecto al rol de la educación en la brecha salarial por género, la OIT ha identificado que la brecha persiste al margen del grado de instrucción alcanzado por las trabajadoras, el cual muchas veces puede ser mayor que sus pares hombres. Por su parte, Naciones Unidas ha advertido que, lo que es percibido como decisiones individuales de las trabajadoras en realidad, son manifestaciones de procesos complejos de socialización que imponen a las mujeres una carga inequitativa de las labores de cuidado, lo que condiciona y limita su incorporación al mundo del trabajo y, por consiguiente, sus ingresos.
Por si estas creencias sin sustento no dificultaran suficiente la discusión del problema, muchas veces estas vienen acompañadas de comentarios tales como “existen temas más importantes a tratar en la agenda nacional”, como, por ejemplo, la reactivación económica.
Sin perjuicio de reconocer la grave violación a los derechos de las trabajadoras que supone la existencia y normalización de la brecha salarial por género, frente a este último tipo de comentarios es importante advertir que la reducción de la brecha salarial por género no es un asunto ajeno a la reactivación económica.
De acuerdo con la OIT, la reducción de la brecha salarial generaría un incremento del poder adquisitivo de las trabajadoras lo que, conllevaría la dinamización de sectores clave como salud, educación y alimentación, en los que las trabajadoras suelen gastar sus salarios. En términos numéricos, al 2018, se estimó que el cierre de la brecha salarial de género en los países de la OCDE supondría un incremento de los ingresos de las trabajadoras de aproximadamente dos billones de dólares, lo que impactaría en la reactivación de los mercados.
En la misma línea, la reducción de la brecha salarial por género impactaría positivamente en la reducción de la pobreza en el Perú, especialmente, si se tiene en cuenta que, de acuerdo a estimaciones del INEI, esta tiene rostro femenino. Del mismo modo, esta supondría a futuro un incremento en los fondos de pensiones de las trabajadoras, garantizándose así su bienestar económico durante su retiro, etapa que, por naturaleza, es de gran vulnerabilidad.
Así, es evidente que existen un cúmulo de razones para sumarnos a la lucha contra la brecha salarial por género. La pregunta que se mantiene es cómo podemos lograrlo. Actualmente existe legislación laboral que busca atender este tema. El problema, como muchos otros tópicos laborales, es su alto incumplimiento y la pobre fiscalización enfocada en formalismos. En ese sentido, resulta necesaria una reingeniería del sistema inspectivo, con un enfoque en la atención de verdaderos temas de fondo, como la brecha salarial por género.