La volatilidad del tipo de cambio es un dolor de cabeza para los CFO en el Perú, país multi-moneda cuya economía opera mayoritariamente con el Sol y el dólar de los Estados Unidos de América. Factores internos y externos no vistos en los últimos 20 años, sobretodo internos, están generando una volatilidad muy alta en el tipo de cambio con una marcada tendencia devaluatoria.
Movimientos bruscos en el tipo de cambio o una tendencia agresiva tanto devaluatoria como revaluatoria genera ganancias o pérdidas significativas en los estados financieros, sea porque los activos, obligaciones y acreencias en el balance general se originan desproporcionadamente en distintas monedas y/o porque los ingresos y los egresos también. En ese sentido, ¿debemos alegrarnos por las ganancias o lamentarnos por las pérdidas por tipo de cambio? Si es que así sucede, es porque probablemente no se está gestionando el riesgo cambiario adecuadamente. El tipo de cambio es una variable que no está bajo el control de la gestión financiera de las empresas por lo que la mirada sobre él no debiera ser especulativa, sino como un riesgo.
Un primer espacio donde se generan pérdidas o ganancias por tipo de cambio es en el balance general como consecuencia de la desproporción entre activos y pasivos denominados en moneda extranjera. Pero no todos los activos y pasivos, solo aquellos que en algún momento demandarán o se convertirán en caja, como por ejemplo: caja-bancos obviamente, cuentas por cobrar, cuentas por pagar, inventarios y deuda en general. Corregir la desproporción entre activos y pasivos en moneda extranjera no es una tarea sencilla porque, entre otras razones, podría comprometerse un modelo de negocio o poner en riesgo condiciones necesarias para mantener una relación comercial. Por ejemplo, pasar de facturar en moneda local a facturar en moneda extrajera y viceversa, o pasar de comprar materiales para inventario en moneda extranjera a comprar en moneda local y viceversa. Otro ejemplo es decidir cambiar la proporción de deuda en moneda extrajera y moneda local. Tomar estas decisiones requiere un conocimiento profundo del negocio y su balance general, además de consistencia en el tiempo.
Un segundo espacio es aquel en el que se utilizan instrumentos financieros de fijación de tipo de cambio para pagos o cobros en el futuro. Este escenario requiere no solamente un nivel alto de certeza en el flujo de caja proyectado, sino una política cuyo objetivo no es eliminar la tendencia revaluatoria o devaluatoria del tipo de cambio, sino los efectos de su alta volatilidad, los cambios bruscos. Como principio, mientras los ingresos o egresos de caja proyectados estén más alejados en el tiempo, menor es la certeza de que ocurran en tiempos y montos planificados, en consecuencia, menor debe ser el porcentaje de flujos con cobertura cambiaria contratada. En sentido contrario, mientras estos flujos estén más próximos en el tiempo, habrá mayor certeza de tiempos y montos planificados por lo que se puede contratar mayor cobertura cambiaria. Mientras se van acercando los flujos proyectados en el tiempo, se va adicionando cobertura. En la práctica, bajo este esquema se tendrán muchos contratos de cobertura con vencimientos distribuidos en el tiempo y con múltiples tipos de cambio fijados que minimizan la volatilidad, más no la tendencia. En conclusión, no se trata de ir por el todo o nada, sino por un balance que controle el riesgo cambiario que incremente la predictibilidad en el flujo de caja.
Dado que el tipo de cambio es una variable que no controlan las empresas, debe ser tratado como un riesgo y, por ende, debe estar cubierto con políticas de empresa sobre la proporción de monedas en las cuentas monetarias del balance general y con contratos de cobertura cambiaria para el caso de cobros y pagos futuros. El riesgo por tipo de cambio se gobierna con decisiones que parten del análisis de tendencias, no que parten de eventos revaluatorios o devaluatorios significativos. Cuando estos eventos se presentan y no existen políticas de mitigación bien aplicadas, ya es tarde para tomar decisiones.