¿Cuál es el problema? ¿El modelo económico? ¡No! De hecho, la estabilidad monetaria y el equilibrio fiscal son condiciones macroeconómicas indispensables para crecer, y, en consecuencia, generar riqueza. Eso lo hemos hecho realmente bien.  (Foto: GEC)
¿Cuál es el problema? ¿El modelo económico? ¡No! De hecho, la estabilidad monetaria y el equilibrio fiscal son condiciones macroeconómicas indispensables para crecer, y, en consecuencia, generar riqueza. Eso lo hemos hecho realmente bien. (Foto: GEC)

Fernando Guinea

Socio Fundador de Amrop Perú

Elecciones presidenciales. Segunda vuelta. Como parece suceder cada cinco años, una serie de acontecimientos, tanto políticos como sociales, se han encontrado para darle forma a una coyuntura que el día de hoy nos vuelve a poner entre la espada y la pared. Entre varios círculos académicos, empresariales y de la sociedad civil, la reforma del Estado y el fortalecimiento de las instituciones públicas han sido temas recurrentes al momento de pensar en ideas para una mejor y más justa distribución de la riqueza en el marco del modelo económico actual, basado en la promoción del libre comercio y en el respeto de los equilibrios fiscales e independencia monetaria.

Sin embargo, pese al logro de admirables cifras que se tradujeron en reducción de pobreza y desempleo y en lograr una inflación de un dígito desde hace más de 20 años (solo por citar dos ejemplos), existe una creciente sensación de que los recursos generados durante el boom económico que se experimentó en el Perú no han llegado a todos. Esta realidad se ha hecho tangible y ha adoptado dimensiones cuasi monstruosas a raíz de la pandemia y de sus consecuencias sanitarias y económicas: nos ha tocado descubrir que salir de la línea de la pobreza no te hace mucho menos vulnerable que un peruano en situación de pobreza. Esta afirmación, que vista desde afuera resultaría ilógica, en realidad hace mucho sentido en tanto millones de ciudadanos, al quedar en desempleo, no tienen la posibilidad de acceder a la salud pública oportunamente. Tampoco podemos afirmar que los millones de familias que conforman la base de nuestra pirámide socioeconómica pueden gozar de la educación pública de calidad que les permita aquella movilidad social que reduce la pobreza, mejorar los servicios básicos e incentiva el consumo. El 2020 y 2021 han evidenciado dicha realidad.

Es sorprendente que, con todo el canon minero más las partidas del Estado y otros ingresos, la ejecución presupuestal sea bajísima en las regiones más ricas en minería y la pobreza, tremenda. Además, por supuesto, de la falta de servicios básicos, agua y desagüe, luz, etc. Según un estudio del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú, las regiones del sur (que han sabido expresar su grito de protesta en la primera vuelta) recibieron alrededor de S/ 27,970 millones por conceptos de canon y regalías mineras en los últimos 20 años, lo que representa a un 45% del total de canon y regalías entregadas a nivel nacional. Sin embargo, de acuerdo con el Ministerio de Economía y Finanzas, en las regiones con mayor producción minera como Áncash, Apurímac, Arequipa, Cajamarca, Cusco, Junín, Moquegua y Tacna, los gobiernos subnacionales dejan de invertir en obras, en promedio, S/ 1,830 millones cada año. En promedio, entre el 30% y 40% del presupuesto no es ejecutado en las regiones. He ahí la razón del descontento y hartazgo popular.

¿Cuál es el problema? ¿El modelo económico? ¡No! De hecho, la estabilidad monetaria y el equilibrio fiscal son condiciones macroeconómicas indispensables para crecer, y, en consecuencia, generar riqueza. Eso lo hemos hecho realmente bien. Entonces, ¿cuál es el problema que debemos atacar? Me queda clarísima la respuesta: la falta de capacidad de gestión y de buena selección. Una manera de entender esta problemática radica en que la regionalización, cuyo punto de partida se dio durante el gobierno de Alejandro Toledo, ha sido inconclusa. Se transfirieron recursos (monetarios), mas no capacidades. Sumado a la corrupción, el Estado no ha sabido reclutar al talento adecuado para implementar con eficiencia y enfoque social todos los proyectos de inversión pública que las brechas existentes en el Perú tanto necesitan. Entonces, la pregunta es: ¿Qué necesidades profesionales tiene un gobierno regional a nivel perfil? Me permito hacer un listado al respecto:

  • Experiencia de gestión, sea pública (de preferencia) o privada, o mínimamente conocer la cosa pública.
  • Equipo multidisciplinario que pueda responder técnicamente a los requerimientos de la región.
  • Liderazgo participativo, situacional y concertador, dialogante, sentido de urgencia, pensamiento estratégico, sin filiación política evidente o militante.
  • Conocer profundamente la región, o contar con las capacidades para aprender de ella y de sus necesidades rápidamente, en caso el funcionario no sea del lugar.
  • Orientación a lograr objetivos medibles y cuantificables que le permita financiar proyectos que impulsen el desarrollo sostenido de su área de influencia.

Para lograrlo, mi recomendación es que las convocatorias a este tipo de profesionales y gestores públicos sean transparentes, honestas y fáciles de transmitir. ¿Cómo? Desde mi punto de vista y experiencia de más de 25 años de reclutador, se debe tercerizar la convocatoria y prefijar filtros de selección hasta llegar a una terna para que el pueblo elija. Básicos no negociables: bachiller universitario, además de comprobadas referencias laborales, logros demostrables y estar limpio en el sistema financiero y judicial. En este punto, un grupo de headhunters independientes podría ayudar para darle apoyo al gobierno de turno. Sucedió en México, Reino Unido, EE.UU y otros países desarrollados.

Cada Gobierno Regional tiene un Cuadro de Asignación de Personal (CAP) y los perfiles se encuentran determinados según cuáles sean las plazas presupuestadas. Esto ya está dado. No obstante, cuando se trata de una plaza por necesidad de servicio, debe ser el área de recursos humanos, en coordinación con el área usuaria, la encargada de elaborar el perfil en función a sus requerimientos técnicos y competencias o habilidades blandas necesarias.

El modelo económico no ha fracasado. Es el sistema el que falló. Un sistema en el que lo que más sobra es lo que menos necesitamos: corrupción, burocracia, ineficiencia, clientelismo, entre otros males. El Perú es un país rico por donde se lo vea. Con reglas claras, democracia, y estabilidad política y económica, la capacidad que nuestro país tiene para generar riqueza prácticamente no tiene límites. Pese al nerviosismo que una aventura estatista y populista genera, la buena noticia es que aún estamos a tiempo. Es momento de que ¡al fin! nuestro mejor talento esté a cargo de gestionar descentralizadamente los recursos que una economía abierta propicia en favor de los más pobres, los postergados de siempre, los que claman por justicia, ¡los que anhelan una mejor vida!