Subgerente de Placement e Ingeniería en Gallagher Perú
El Instituto Geofísico del Perú (IGP) viene alertando sobre la ocurrencia de un gran terremoto en Lima, que se estima podría ser entre 8.5 y 9 grados, igual al último gran terremoto ocurrido en 1746. De producirse este sismo, se estima que el suelo de Lima se sacudiría 10 veces más a comparación del último terremoto de Pisco en el 2007.
Con este nivel de sacudimiento y liberación de energía, se espera que se produzcan daños muy importantes en edificaciones, obras civiles y sus contenidos, especialmente las que han sido construidas sin un respaldo técnico de ingeniería, algunas construidas en laderas de cerros y en suelos muy blandos.
De producirse daños importantes en viviendas, edificios, instalaciones industriales y comerciales, las pérdidas serían muy grandes y difícilmente el gobierno brindaría apoyo total para la reconstrucción.
Una forma de contar con capacidad económica sería tener asegurados dichos bienes bajo la póliza de “todo riesgo”, que incluye coberturas en caso de daños por terremoto, maremoto, incendio, explosión, actos vandálicos, terrorismo y otros no excluidos por la póliza.
Además, para las operaciones industriales y comerciales, cubriría la pérdida de beneficios o lucro cesante del negocio, a consecuencia de la paralización de sus operaciones y actividades.
En el mercado peruano se puede asegurar cualquier edificación y obra civil, para lo cual se recomienda declarar como valor asegurado, el valor de reposición a nuevo de la edificación, así esta tenga cierta antigüedad. La idea es que, de ocurrir daños por terremoto o incendio, el seguro cubra el costo de la reconstrucción o reparación a nuevo.
En el caso de las viviendas y oficinas en edificios que son de propiedad horizontal, se puede asegurar el valor comercial de compra, que es mucho mayor al valor de reconstrucción a nuevo, esto con la idea que de no reconstruirse el edificio dañado debido a que, por ejemplo, no tenía asegurado a todas las propiedades horizontales, los propietarios que adquirieron el bien a un costo comercial, mayor al valor de reconstrucción a nuevo, puedan recuperar su inversión.
Actualmente se pueden conseguir costos muy competitivos, así por ejemplo para viviendas particulares y edificios de viviendas y oficinas, las tasas a ser aplicadas sobre el valor declarado pueden fluctuar entre 0.15% y 0.2% y si se trata de instalaciones industriales o actividades comerciales, en función al riesgo de incendio que tengan, las tasas podrían ser mayores.
Según información de la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (Apeseg), en el Perú están asegurados sólo el 3% de las viviendas, 8% de predios industriales y 4% de servicios. Esta cifra es muy baja si comparamos con países vecinos. Si ocurriera el terremoto anunciado, personas naturales y empresas que no tienen asegurados sus bienes se verían seriamente perjudicados al perder su patrimonio ganado con tanto esfuerzo durante años.
Por eso es muy importante que la población tome conciencia que vivimos en la zona de fuego del Pacífico, donde ocurren el 85% de los terremotos.
Como en Lima no hemos tenido terremotos grandes desde hace 275 años, hace que la población se confíe y piense que no va pasar nada; y debido a ello no contrata el seguro contra terremoto y las autoridades no son exigentes para el cumplimiento de las normas de construcción. Por eso es que casi siempre primero se construye y después se solicita el permiso para la construcción, el mismo que debería ser al revés.
Cuando tengamos el sismo anunciado que sería de gran magnitud, podremos ver si las normas peruanas y sistemas de construcción son válidos y vigentes. En países como Chile y Japón, sus normas y criterios de construcción van cambiando después de cada terremoto que tienen.