(G de Gestión) El largo periodo de alto crecimiento económico y de reducción de pobreza llamado “el milagro peruano” llegó a su fin antes de la pandemia. Las reformas de la década de 1990 (Alberto Fujimori) y el superciclo de las materias primas (2004-2013) fueron las dos principales causas detrás de este ciclo. Contando los últimos 22 años, este es el peor en cuestión de crecimiento (excluyendo la crisis sanitaria).
¿Qué pasó? Al final, el crecimiento se basa en inversión y la inversión en oportunidad, capital y confianza. La oportunidad está; el capital y la confianza, no.
Para recuperar la confianza se va a necesitar de muchas muchas acciones y reformas, entre las cuales, definitivamente, no puede estar el cambio de la Constitución.
Por su parte, la recuperación del flujo de capital es un poco menos compleja. Desde el año 2020 se ha ido mucho dinero del país. En el 2021, cuando Pedro Castillo ganó las elecciones, más del 8% del Producto Bruto Interno (US$ 17,000 millones, aproximadamente) se fue “apanicado”. Hoy ya suman US$ 22,000 millones. Se permitió el retiro de casi el 40% de los activos totales de los fondos de pensiones, y los fondos mutuos vieron sus activos reducidos en 45%. Un desastre total.
Urge una reforma para ayer, para ponerle el corcho a la salida del dinero de los fondos de pensiones. Una reforma que les dé pensión a todos los trabajadores, así como dignidad y calidad de vida en su vejez, para que no terminen mendigándoles una propina al Gobierno y a los políticos de turno.
El Perú también ha pasado por un periodo de crecimiento que termina con una percepción de altísima concentración empresarial por muy pocos grupos económicos en industrias de alta relevancia. Esto lo grafica la OCDE en un reporte publicado en setiembre.
Hemos sido un país proempresa y no promercado. Necesitamos cambiar y ser un país promercado que empuje a más competencia y aumente la productividad, hoy estancada.
Y, para ser promercado de verdad, necesitamos que de verdad se financien esos proyectos chicos, medianos y grandes que compitan con la megaempresa. El mecanismo diferenciador es el mercado de capitales. Sin eso, no pasará.
Hace pocos días, la Bolsa de Santiago anunciaba que levantó “acciones” por US$ 5 millones para un proyecto minero. El Perú era el supercampeón en eso. Las mineras “junior” canadienses se listaban acá. Había muchas empresas junior que se multiplicaron varias veces. Me acuerdo de Rio Alto Mining, que levantó capital a US$ 0.37 en el año 2009, y en el 2012 tocaba US$ 5.80. El capital de riesgo existe en el Perú desde hace décadas, solo que se apagó.
Pareciera que el mercado de capitales local ha sido rediseñado de manera tal que no pueda prosperar, hasta dejar de ser una opción de financiamiento. Por lo menos, los números dan a entender eso.
Uno de los tantos temas para mejorar en esto es el tributario. Por ejemplo, si hoy día sale igual o más barato, tributariamente, invertir en empresas en el exterior que invertir localmente, obviamente va a seguir saliendo dinero del país, por un tema de retornos y diversificación. Los mecanismos tributarios son herramientas muy útiles para promover la inversión y el desarrollo de las naciones y de sus mercados de capitales.
Hoy, el Perú todavía tiene fortalezas macroeconómicas muy robustas, más robustas que cualquier otro país de la región, y rápidamente podría convertirse otra vez en uno de alto crecimiento. Oportunidades hay por todos lados, pero, sin confianza ni capital, es difícil. La confianza empresarial parece que tocó piso, y ojalá se vaya recuperando paso a paso. Y, si se mejora el acceso al capital, estoy seguro de que se prende la mecha nuevamente.
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