Escribe: Jorge Beingolea, vicepresidente de Soluciones de Portafolio en Credicorp Capital.
(5 de setiembre del 2024) Luego de un primer trimestre del 2024 en el que el riesgo de sobrecalentamiento de la economía estadounidense mantuvo en alerta a la Reserva Federal y los mercados de renta fija, desde abril hemos visto un cambio de tendencia que ha favorecido notablemente a los bonos de larga duración. Después de llegar a 4.70% el 25 de abril, el rendimiento del bono soberano a 10 años de EE. UU. ha caído hasta 3.80% al 4 de setiembre. De esta forma, la renta fija ha acentuado su recuperación del duro golpe que sufrió los últimos 3 años dado el aumento de la inflación hasta niveles no vistos desde inicios de los años 80. La pregunta que surge, por lo tanto, es: ¿cuánto valor queda en los bonos soberanos a estos niveles de tasa?
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El cambio de tendencia en las tasas largas está sustentado por data de inflación y mercado laboral que da señales más claras de que estamos en un contexto de desaceleración que permite que la Fed cambie su foco de devolver la inflación al 2% anual a bajar tasas para preservar el pleno empleo en la economía estadounidense. La inflación núcleo anual para julio 2024 medida a través del Core PCE -el índice que principalmente usa la Fed como referencia- está ya en 2.6%, mientras que el dato anualizado de la inflación núcleo del último trimestre está incluso por debajo de 2%. Por otro lado, la tasa de desempleo ha subido desde 3.4% en abril de 2023 hasta 4.3% en julio de 2024; este último dato se acerca al límite superior del rango que la Fed considera saludable para la economía (entre 3.5% y 4.5%).
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A simple vista, entonces, parecería momento de alargar posiciones en renta fija soberana para correr la ola del ciclo de recortes de la Fed. Sin embargo, el mercado ha sido bastante agresivo respecto al ritmo de bajadas de tasa de referencia que incorpora en sus valorizaciones. Ahora mismo se espera que la Fed recorte su tasa de referencia en 100 puntos básicos a diciembre de 2024 y 200 puntos básicos a setiembre 2025. En nuestra opinión, esta sería una postura de política monetaria justificable solo en caso la economía entre en recesión, el cual no es el escenario que vemos como más probable. La fortaleza del sector consumo y el hecho que aún se esté generando un nivel robusto de nuevos empleos mes a mes hace innecesario bajar la tasa de referencia tan bruscamente; creemos que es más probable que la Fed baje 50 puntos básicos este año y 150 puntos básicos en los próximos 12 meses. Por lo tanto, nos parece que el rendimiento del tesoro a 10 años en 3.80% es un valor justo e incluso podría ser hasta levemente bajo. De esta forma, esperaríamos un repunte de las tasas por encima de 4% antes de alargar tácticamente la duración de un portafolio de renta fija global.
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Si bien el rally reciente de tasas reduce la potencial ganancia de capital por venir, la caída de la inflación ha hecho revivir otro atributo de los bonos soberanos: su efecto diversificador en un portafolio balanceado. El dolor sufrido por los inversionistas en 2022 vino principalmente por la caída simultánea de las acciones y los bonos en un contexto de inflación que llegó a superar el 9% anual. Hoy, con la inflación debajo de 3%, volvemos a un régimen en el que la correlación entre la renta variable y la renta fija es negativa, de esta forma, mantener posiciones en renta fija soberana contribuye nuevamente a la eficiencia de un portafolio global de largo plazo mitigando la magnitud de las fluctuaciones sin perjudicar el retorno esperado.
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