MINISTERIO DE SALUD. Con una rapidez inusitada en el presidente Pedro Castillo, el domingo pasado retiró del cargo al entonces ministro de Salud, Jorge López, tras conocerse una denuncia periodística en su contra. “En aras de demostrar absoluta transparencia”, decía el twitter donde se informó de la decisión. Por su parte, la Fiscalía de la Nación ya inició investigación preliminar por 60 días contra Jorge López como presunto autor del delito de enriquecimiento ilícito en agravio del Estado.
La salida de López es la tercera de esta cartera, y la congresista Kelly Portalatino, su sucesora, será la cuarta ministra en apenas quince meses. Algo increíble si se tiene en cuenta que, si bien el país va saliendo de la pandemia de COVID, el tema sanitario sigue siendo de vital importancia. Además, el nombramiento de Portalatino parece seguir la línea ya conocida en el Gobierno: nombrar cabeza de una cartera a una persona sin mayor experiencia (en este caso, su único mérito sería ser doctora y haber sido directora ejecutiva de la Red de Salud Pacífico Sur en el 2014). En realidad, su designación responde más a criterios políticos, que incluyen su cercanía a Vladimir Cerrón, que técnicos –basta ver las declaraciones a favor del presidente que ha tenido la congresista durante todo este tiempo–. Es decir, es un cambio que realmente no traerá cambios.
El presidente ha dicho que la primera tarea de la nueva ministra será supervisar la ejecución del hospital de alta complejidad en Piura. Pero más allá de la construcción de hospitales que, sin duda, son necesarios, la nueva ministra debería buscar establecer un mejor manejo de su presupuesto, de tal manera que estas edificaciones no terminen siendo elefantes blancos, como los hay varios en el país, que si bien cuentan con infraestructura no logran equiparlos, y mucho menos destinar el personal capacitado y necesario para ponerlos en funcionamiento.
La problemática en el sector es variada, desde reorganizar la contratación de personal hasta establecer criterios explícitos y transparentes de asignación de recursos a prioridades sanitarias nacionales, de vinculación clara entre las prioridades nacionales declaradas y el presupuesto realmente asignado y de compromisos reales y sostenidos entre Minsa y MEF. Si el tema de la asignación de recursos no está claramente definido, los ejercicios de planificación terminan siendo poco útiles y se convierten solo en declaraciones de buenos deseos, con lo cual el ministro trabaja sin base y solo cubriendo huecos. Lamentablemente, es poco lo que se puede esperar de la nueva ministra.
Para llevar adelante esta cartera se requiere una persona preparada, con experiencia y capaz de buscar apoyo en el sector privado para sacar adelante un tema de vital importancia para la ciudadanía.