ECONOMÍA. El BCR estima que el PBI del Perú se contrajo 11.5% el año pasado, una de las caídas más pronunciadas en el mundo causadas por la pandemia. Para este año, la entidad proyecta un rebote de 11.5%, que será uno de los mayores a nivel global, debido al efecto estadístico, pero también a la capacidad de recuperación de la economía nacional, aunque no será suficiente para que el PBI retome su valor previo a la aparición del COVID-19 –se espera que lo alcance en el primer trimestre del 2022.
Hay que recordar que el BCR realizó su cálculo basado en algunos supuestos que posiblemente no sean tan realistas, por lo menos para la primera mitad del año: estabilidad política y social, ausencia de una segunda ola de contagios de impacto significativo en el país y la disponibilidad de una vacuna. El Congreso continúa aprobando leyes que desafían el concepto de costo-beneficio y hay un riesgo latente de la agudización de más conflictos sociales, aparte que habrá que cruzar los dedos para que una segunda ola no sea tan paralizante ni prolongada como lo fue la primera.
Y lo que ocurra con la economía en la segunda mitad del año dependerá en gran medida de los resultados de las elecciones, los cuales a estas alturas son una incertidumbre total. Conociendo el comportamiento del elector peruano, es probable que las dudas recién comenzarían a disiparse luego del 11 de abril, cuando se conozca la composición del nuevo Congreso, aunque habrá que esperar a la segunda vuelta para saber si el nuevo Ejecutivo contará con el respaldo del Legislativo o tendremos otros cinco años de enfrentamientos.
Así las cosas, habrá que asirse del panorama externo. Y en ese frente, la perspectiva es mucho más positiva: habrá una mejora significativa de los términos de intercambio, lo que beneficiará a las exportaciones tradicionales, y la reactivación de las economías avanzadas implicaría un repunte de su demanda por manufacturas y alimentos peruanos. Dado que la nueva ley agraria no estuvo basada en un análisis costo-beneficio, no es posible determinar si las agroexportaciones se verán afectadas. El BCR también anticipa una recuperación de la demanda interna.
Para el 2022, la entidad prevé un crecimiento de 4%, siempre y cuando se preserve la estabilidad macroeconómica y financiera, y se “promueva un adecuado ambiente de negocios que impulse la recuperación del empleo y la inversión”. Habría que preguntarse si algún candidato presidencial o congresal ha leído estas advertencias disfrazadas de análisis macroeconómico y que, en suma, coloquialmente hablando significa: “o se hacen bien las cosas o nos fregamos todos”.