Editorial de Gestión. Tras más de trece meses, la gestión de Pedro Castillo tiene algo parecido a un programa económico. (Foto: Andina)
Editorial de Gestión. Tras más de trece meses, la gestión de Pedro Castillo tiene algo parecido a un programa económico. (Foto: Andina)

PROPUESTAS. El plan Impulso Perú, presentado el jueves por el titular del MEF, Kurt Burneo, ha sido recibido con escepticismo (en el mejor de los casos), debido a la desconfianza que genera el Gobierno por sus constantes tropiezos, despropósitos e indicios de corrupción. Lo notorio es que, tras más de trece meses, la gestión de Pedro Castillo tiene algo parecido a un programa económico –con sesgo expansivo en materia fiscal–. Habrá que suponer que Burneo ha logrado hacerle entender al mandatario que las perspectivas de la economía nacional no han parado de empeorar desde su investidura y que había que tomar acciones. O quizás Castillo sigue sin interesarse por el tema económico y le ha dado vía libre al ministro.

Sea como fuere, se pueden identificar algunos riesgos en el plan. El primero es el riesgo político, pues aunque el presidente no interfiera, es necesario que apoye la iniciativa (y a Burneo). Eso no parece complicado, pero sí lo será la participación del resto del Gabinete, sobre todo de los ministros que reciben porcentajes significativos del presupuesto. Repetimos nuevamente: se puede tener una gestión aceptable en el MEF, pero si en las unidades ejecutoras imperan la inexperiencia y la ineficiencia, no se podrán alcanzar los objetivos presupuestarios. Además, hay que tener en cuenta que el Congreso deberá aprobar 16 de las 36 medidas del plan. ¿Comenzarán a pensar los legisladores en el país o seguirán con sus enfrentamientos, entre ellos y contra el Ejecutivo?

También hay riesgo fiscal. Burneo ha asegurado que el plan respeta escrupulosamente la responsabilidad fiscal, pero la inclusión de subsidios, bonos y otros gastos corrientes y de inversión, amparada en el supuesto de que habrá mayores recursos públicos, no sería muy realista, aparte de que un excesivo gasto corriente podría hacer resurgir el riesgo inflacionario –justo cuando la inflación anualizada ha comenzado a bajar–. Pero el supuesto más fantasioso es este: mejora en la gestión de ejecución de la inversión.

La medida 36 del plan, incluida en las seis orientadas a recuperar la confianza, es muy general y podría tener un efecto contrario y convertirse en otro riesgo si el MEF no la detalla oportunamente. Se trata de un “shock regulatorio para el impulso de sectores productivos”, que solo menciona que está pendiente “la emisión de decretos supremos, resoluciones ministeriales”. Teniendo en cuenta que la regulación laboral que ha emitido el Gobierno va en contra de la iniciativa privada y la formalización, ese shock debería revertirla.