COHERENCIA. El ministro de Economía, Óscar Graham dio una entrevista a Gestión en la que reconoció que el crecimiento es el tema más importante y que el objetivo del Gobierno es la reactivación de la economía, para lo que necesitan el impulso de la inversión, tanto pública como privada. Asimismo, dijo que la inversión privada depende de las expectativas y estas, a su vez, dependen de la confianza, y que están trabajando para revertir la desconfianza que actualmente existe.
Hasta aquí ninguna novedad, salvo que Graham parece ser la única voz en el Gobierno que reconoce estas verdades de Perogrullo. Más allá de los esfuerzos por retomar las reglas fiscales y destrabar los grandes proyectos, sorprende la tranquilidad con la que afirma que los mensajes del presidente y el premier son por el respeto a la inversión privada, el fomento de la economía social de mercado y el respeto al estado de derecho. ¿No ha escuchado el titular del MEF las declaraciones que da el premier Aníbal Torres cuando critica a las empresas privadas o los monopolios?, ¿cómo se han planteado unilateralmente revisiones a los contratos de concesión ya firmados?, y ¿cómo se plantean modificaciones en el marco laboral que terminan perjudicando, por ejemplo, la figura de la tercerización, aun cuando no cuenta con la opinión favorable de su cartera?
Las declaraciones del inquilino del jirón Junín evidencian un esfuerzo por asegurar el crecimiento y la inversión en el país, pero, aunque no lo quiera reconocer, se enfrenta a opiniones muy diferentes a las suyas al interior del Gabinete. Cuando se le recuerda que el cambio de la Constitución es quizás una de las mayores preocupaciones de los inversionistas, Graham sostiene que desde el Gobierno no se habla del tema y, por el contrario, se insiste en el respeto al modelo de economía social de mercado. Sin embargo, aunque no es un discurso permanente, en más de una ocasión el presidente, la vicepresidenta e incluso la ex primera ministra Mirtha Vásquez hablaron de esta reforma. Eso sin contar con que fue uno de los ofrecimientos del partido de gobierno y la bandera de la bancada de Perú Libre.
Alienta escuchar una voz de coherencia al interior del Gabinete, pero queda saber qué peso tiene para convencer a sus pares, pues de lo contrario esta voz en solitario puede convertirse en un canto de sirena.