PEDRO CASTILLO. “No promovemos ni vamos a promover una Asamblea Constituyente”, ha sido una frase que desde que asumieron el Gobierno tanto el mandatario como su actual premier –y otros exministros– usaron en reiteradas ocasiones. Incluso llegaron a sostener que la propuesta podía llegar desde otros sectores, pero jamás del Ejecutivo y, sin embargo, el pasado viernes, en el Consejo de Ministros descentralizado realizado en Cusco, Castillo sacó de la manga la carta del cambio de Constitución al indicar que enviarán un proyecto al Congreso para que durante las elecciones regionales se le consulte a la población si desean una Asamblea Constituyente.
Este “cambio de opinión” no hace sino confirmar lo que desde hace meses se sabe bien, que el presidente Castillo es una persona sin palabra, en la cual no se puede confiar y cuyo nivel de credibilidad es cero. Con esta decisión les da la espalda a quienes aún creían en la posibilidad de lograr un acuerdo político con el mandatario a fin de que pudiera llevar adelante un gobierno mínimamente viable, lo que implicaba la conformación de un nuevo Gabinete y el nombramiento de personas calificadas profesional y éticamente para los cargos en el Estado.
Además, evidencia la desesperación del Gobierno, pues incluso antes de tener listo el proyecto anuncia la propuesta solo para generar aplausos, porque sabe bien que un proyecto en esa materia no sería aprobado por el Parlamento por ser inconstitucional –además de innecesario debido a que su partido ya ha presentado una propuesta para la conformación de una Asamblea Constituyente–. Lo que busca es generar, una vez más, enfrentamientos con el Congreso, los medios de comunicación y los empresarios, a quienes ahora culpa de todos sus males.
Pese a ello, existe aún un sector de la población que todavía le cree, y para tratar de mantenerse en pie, Castillo seguirá utilizando como distractor a su premier, Aníbal Torres, quien siempre tiene a mano polémicas declaraciones. Sin embargo, cada vez es más evidente que el presidente se ha disparado a los pies y mientras continúe al frente del Gobierno, el país será más caótico y su reconstrucción será una tarea titánica. Es momento de que las fuerzas políticas que tienen representación en el Parlamento entiendan que, si bien murió la posibilidad de un acuerdo para que Castillo continúe durante el resto de su mandato, les corresponde trabajar en un pacto político que apueste por viabilizar legalmente un adelanto general de elecciones y fijar criterios mínimos para que no se repitan los resultados de las últimas elecciones en la conformación del Congreso.