CRECIMIENTO. El 5 de abril, el “toque de queda” decretado por el Gobierno de Pedro Castillo para Lima y Callao, apenas 20 minutos antes de que empezara ese día, tuvo un impacto negativo en la economía capitalina que habría bordeado los S/ 1,000 millones. Lo único que logró ese ensayo autocrático fue perjudicar al “pueblo” que dice representar y defender. Esa paralización justificada con mentiras no figura cuantificada en las cifras del PBI de abril (publicadas ayer por el INEI), pero hay otras paralizaciones cuyos efectos sí aparecen con claridad: las que continúan afectando la producción de metales.
Esa actividad (minería metálica) se contrajo 4.73% en dicho mes, respecto de abril del 2021. Desde noviembre pasado, cuando se reiniciaron los bloqueos de acceso a minas, los incendios premeditados de campamentos e instalaciones, y otras acciones en contra de la minería formal, el subsector solo creció en enero –cuando hubo algunas “treguas”–. En otras palabras, la minería ha estado enfrentando un ambiente hostil que se ha prolongado por más de medio año (pues a la fecha sigue bajo ataque), ante la pasividad del Gobierno y su mal manejo de los conflictos, que en abril sumaron 65.
Todo esto ocurre en medio de una coyuntura internacional favorable, pues las cotizaciones de los metales que el Perú exporta continúan al alza, con la excepción de la plata. Sin embargo, el impacto negativo más preocupante no es la menor generación de divisas o el debilitamiento del PBI nacional, sino la recaudación tributaria y, por ende, los recursos que de esta se destinan al canon, además de la pérdida de atractivo del país como destino para las inversiones mineras. El presidente Castillo y muchos de sus colaboradores no parecen entender que su inacción tendrá lamentables consecuencias, y no en el largo plazo, sino que serán bastante inmediatas.
Con respecto al PBI total de abril, parece un calco de marzo, pues se contrajeron los mismos sectores: además de minería e hidrocarburos, pesca (por factores estacionales) y finanzas (reflejo de la desaceleración). Lo que se ha acentuado es el descenso del indicador anualizado, que fue 9.88%, tras haber llegado a 14.42% en febrero. Lo peor es que, teniendo en cuenta el PBI desestacionalizado, hay analistas que estiman que en el actual trimestre la economía peruana entraría en recesión, pues en el primero cayó 1.7% respecto del último trimestre del 2021. En abril, ese indicador disminuyó 0.98% respecto de marzo. Quizás ni la clasificación a Catar hubiese podido revertir esta situación.