CONFECCIONES. El Gobierno acaba de aplicar su medida favorita al sector textil y confecciones: declararlo en emergencia. Habrá que esperar diez días hábiles (quizás un poco más) para que el Ministerio de la Producción publique un plan para reactivar esa actividad, que fue una de las más golpeadas por la pandemia y que aún no logra levantar cabeza –nos referimos a la que produce para el mercado nacional, pues la que exporta sigue por buen camino– debido a factores como la competencia china. Sin embargo, hubo un adelanto con la aprobación del Fondo de Apoyo Empresarial para el Sector Textil y Confecciones (FAE-Texco).
Se trata de un programa de garantías crediticias otorgadas por Cofide, a imagen y semejanza de los que se implementaron el 2020 (FAE-Mype, FAE-Agro y FAE-Turismo) para paliar los efectos de la recesión inducida por el covid-19, y que no tuvieron un notable desempeño debido a que las tasas de interés ofrecidas no cubrían los costos administrativos de las entidades a las que estaban dirigido (en particular, las especializadas en microfinanzas). De hecho, el FAE-Texco arrancará con S/ 200 millones que no utilizó el FAE-Mype, monto que permitirá garantizar préstamos por un total de S/ 800 millones.
Esa es la meta. Pero la experiencia de los otros FAE no permite ser muy optimista, sobre todo considerando que las tasas de interés se han incrementado por la subida gradual de la tasa de referencia de política monetaria del BCR y ante la disminución de la calificación crediticia del país –provocada por la incertidumbre política y el pésimo manejo de expectativas económicas del actual Gobierno–. Por tanto, habrá que esperar que las microfinancieras vean atractiva la tasa máxima fijada para el FAE-Texco (16%).
Aunque el programa será un alivio financiero, los problemas de fondo persistirán: las empresas (sobre todo mypes) seguirán teniendo ante sí un mercado local desacelerado y sin visos de reactivarse, y la disminución del poder adquisitivo de la población, debido al encarecimiento de alimentos básicos y que está reorientando sus presupuestos hacia esos bienes, dejando de lado la compra de ropa (o adquiriendo prendas más baratas y de menor calidad, como las que se importan de China).
Es claro que las pymes peruanas no pueden competir con las empresas del gigante asiático, que producen a gran escala y a muy bajos costos. Por ello, es necesario pensar en soluciones de impacto en el corto plazo, empezando por dejar de crear temor en los agentes económicos a fin de que la economía y, por ende, los ingresos, vuelvan a crecer.