Censura. Con 70 votos a favor, 38 en contra y siete abstenciones el pleno del Congreso aprobó la censura del ministro de Educación, Carlos Gallardo. Las críticas a la falta de idoneidad del titular de Educación no son recientes, lo acompañan desde su nombramiento. Así lo señalamos desde estas líneas cuando asumió el cargo (Gestión, 12.10.2021), no solo por ser miembro de un sindicato tan cuestionado como Fenate Perú, sino porque antes de asumir el cargo se había mostrado en contra de la evaluación a docentes, una de las herramientas clave para asegurar la calidad en la educación.
Los temores que generó su nombramiento (Gestión 13.10.2021) respecto a que no auguraba una gestión que afianzara la reforma del sector, se fueron confirmando con el paso de los días, a tal punto que en su primera presentación pública se mostró más como un sindicalista que como una autoridad de gobierno (Gestión 04.11.2021). El saliente ministro no solo calificó la Ley de Reforma Magisterial como “discutible” y “polémica” sino que criticó la evaluación anunciando que aun quienes reprobaran sus evaluaciones en varias oportunidades serían nombrados automáticamente. Además, estableció cuestionables cambios en el ya famoso examen para asignar plazas docentes para el periodo 2022-2023, y “suavizó” los criterios de meritocracia, que permitirían la asignación de plazas por afinidad ideológica o por clientelismo, y se habría abierto la posibilidad de que postulen sentenciados por terrorismo y agresión sexual. Además, mantuvo una lucha política con el Sutep y no salió en clara defensa de la Sunedu frente al accionar del Parlamento.
Siendo así, se engañan quienes ven en la censura y crítica al ministro Gallardo un “golpe lento que quieren perpetrar quienes aún no aceptan su derrota electoral”, tal como afirma la agrupación Nuevo Perú. Y lo más peligroso de dicho cuestionamiento, que también comparte Juntos por el Perú y Perú Libre, es que se pretenda que el reemplazo de Gallardo sea otra persona con similares características.
El presidente Castillo necesita como titular de Educación a una persona con una actitud firme para hacerle frente a la contrarreforma universitaria que se plantea desde el Congreso y en clara defensa a la Sunedu. Asimismo, alguien que apueste por un completo retorno a las clases presenciales, pero no solo como discurso, sino estableciendo claramente los protocolos que deberán seguirse y brindando a los colegios del Estado todas las facilidades para cumplirlos. En resumen, una persona que apueste por la calidad educativa y que tenga a los alumnos como piedra angular de su labor.